Irving, Tx. / Dic. 21
El sentimiento de nostalgia por el cierre de las puertas del Texas Stadium sufrió una terrible mutación entre los aficionados de los Vaqueros de Dallas. Ellos esperaban que el equipo se despidiera de su “hogar”, con el pase a postemporada bajo el brazo. Hoy, son víctimas de una frustración acumulada.
Fueron 37 años de emociones. Tardes y noches que como la de este sábado, los dejaron con los nervios destrozados. En la mayoría sonrieron, celebraron; en otras, la tristeza los venció. Dios se asomó por última ocasión al campo del ‘Equipo de América’. Observó la derrota de un equipo víctima de los errores de su mariscal de campo, Tony Romo (dos intercepciones), quien continúa sin madurar como para comandar a una escuadra ganadora. Entre el resto de los testigos de esta caída estuvieron históricos del equipo: Emmitt Smith y Michael Irving. ¡Qué tiempos aquellos!
Enfrente, los Cuervos de Baltimore. Tipos duros, que complicaron a los locales desde el inicio. Se pronosticó un juego difícil para los Vaqueros. Los expertos de la NFL, difícilmente se equivocan. Los emplumados vencieron a Dallas, 33-24, para ponerse con 10 y 5, y acercarse al sueño de las finales en la Conferencia Americana. En Dallas se han quedado a la expectativa de lo que hagan Tampa Bay, Atlanta y Filadelfia, piden por un milagro.
La defensiva de Dallas mantuvo a los emplumados con goles de campo —Matt Stover con cuatro de cuatro—, hasta que ya no pudo más, el cansancio les venció… Último cuarto, poco menos de cinco minutos por jugar. Los Cuervos llevan la ventaja, 19-10. La esperanza de los locales renació cuando Romo conectó con Terrell Owens, en un pase de siete yardas para acercar al equipo a dos puntos. Los aficionados estaban como locos, el momento era de los Vaqueros. Segundos después… Willis McGahee se escapó por el centro hasta las diagonales: 77 yardas que golpearon, paso a paso, el corazón de los texanos, que siguió dando de tumbos.
En la siguiente serie, Dallas se volvió a acercar. Parecía que se estaba en presencia de un milagro, el mismo día en que se cerraría el Texas Stadium, pero la anotación de 21 yardas de Jason Witten sirvió de poco. La defensiva local volvió a fallar en el momento crucial. Con un minuto y medio por jugar, Le‘Ron McClain corrió 82 yardas para el touchdown que sentenció el juego.
Se han cerrado las puertas de uno de los escenarios con mayor misticismo en la NFL, el entorno quedó grande para unos Vaqueros que se han complicado el camino a playoffs. La nostalgia terminó en frustración.
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