México, D.F. / Junio 19.-
Idolatría y misticismo se fundieron en una peregrinación mágica, a través de la cual, el luchador Místico se rindió a los pies de la Virgen de Guadalupe, para celebrar cinco años como gladiador profesional.
Acompañado por amigos y compañeros, El Príncipe de Plata y Oro llegó puntual a la cita en la Glorieta de Peralvillo, una enorme imagen de la virgen cubriendo su dorso, y la máscara de plata y oro coronando su figura, dieron la voz de partida.
“¡Vámonos!, gritó Místico cuando el reloj marcaba puntual las 14:00 horas, y los gritos de “Místico, Místico”, se agolparon a su alrededor en señal de apoyo.
La histórica Calzada de Guadalupe recibió cada paso del gladiador, y en el camino, automovilistas y peatones se integraban al festejo: “Venga Místico, eres el mejor”, le gritó una señora desde su puesto de dulces.
La emoción crecía, la caravana en oro y plata se acercaba a su destino, comerciantes y vecinos corrían al encuentro del gladiador, que dibujaba leves sonrisas bajo su capucha.
Pero no podía faltar el negrito en el arroz, cuando el luchador se aprestaba a ingresar al atrio, la seguridad del lugar le marcó el alto: “No puede pasar con máscara, tienen que quitársela”, provocando asombro entre los presentes.
Tras algunos segundos de incertidumbre, el permiso fue otorgado y la caminata continuó, solo para detenerse ante el acoso de sus aficionados, que lo abordaron en busca de la foto y el autógrafo de su ídolo.
“Me siento contento y a gusto, porque a pesar de que mucha gente se ha encargado de echarme tierra, la mejor muestra de que mi trabajo vale es toda la gente que ha venido este día”, dijo el gladiador de Tepito.
Místico no pudo ocultar el agradecimiento a quienes lo acompañaron: “Como ser humano estoy agradecido de que vengan mis enemigos, a Mephisto y Averno les digo gracias, porque aquí las rivalidades no caben, siento una buena vibra de su parte y espero que se vuelva una tradición”.
En punto de las 16:00 horas la misa ofrecida por Monseñor Diego Monroy Ponce, Rector de la Basílica, dio inicio, Místico tomó una veladora en sus manos, la encendió y escuchó atento cada paso e la homilía, abriendo su corazón para darle gracias a la virgen.
Concluida la ceremonia, el gladiador tomó un arreglo de rosas, caminó hacía el altar y lo ofrendó a la Virgen de Guadalupe, recibiendo después la bendición del sacerdote para concluir un místico rito en honor a la morenita.
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