México, D.F.-
Efraín Velarde es un joven veterano de las canchas. Apenas rebasa los 25 años pero ya es un consagrado vistiendo los colores azul y oro de los Pumas de la UNAM, equipo con el que ha levantado cuatro trofeos de campeón y donde es el actual capitán.
De cara a un nuevo torneo su rol es distinto. Dejó de ser el novato que aparecía por sorpresa para anotar goles, como lo hizo en su debut soñado para darle los tres puntos a la escuadra felina sobre Monterrey. En la actualidad debe guiar a los más jóvenes en el reto de convertirse en profesionales: “Son pruebas que te pone la vida y ahora que pasamos por esta situación tenemos que trabajar al máximo porque es la única forma de alcanzar el éxito, todos debemos ser líderes”.
Aprendió de los mayores el secreto para lograr la amalgama perfecta que lleva al éxito, y sin dudarlo la pone en práctica con sus actuales compañeros: “Sobretodo el hecho de ser un equipo, que seamos como una familia dentro y fuera de la cancha, eso es importante en la institución”.
Efraín está cerca de cumplir ocho años en Primera División, y tras la salida de varios de los estandartes del equipo en las recientes campañas, le toca el trabajo de enseñar a los muchachos: “Antes que nada hay que cobijarlos, ya pasamos por ahí y sabemos qué es lo que desea un joven y lo que está pensando, hay que estar al pendiente y claro que también hay que exigirles al máximo”.
“El Chispa” Velarde ha vivido de todo en los campos del Pedregal, primero como novato, cuando vio al ídolo infantil llegar al banquillo del equipo.
“He aprendido mucho de mis entrenadores. Con Hugo Sánchez el trato al jugador siempre fue muy bueno, era un cuerpo técnico con mucha experiencia y la mentalidad siempre fue ir un paso adelante”, comenta.
Tras conquistar sus primeros dos campeonatos como jugador llegó una mala época para la institución universitaria y tuvo que volver Ricardo Ferretti a su casa para salvar la situación que los amenazaba con descender de categoría: “Ricardo llegó a imponer disciplina y mucho trabajo táctico. Es alguien que sabe mucho y se preocupa por que el jugador siga creciendo”.
Con un equipo renovado y la tranquilidad de los buenos resultados como respaldo, “El Tuca” abandonó la guarida puma para dejarle el terreno listo a Guillermo Vázquez, quien demostró ser un gran alumno y cumplió con las expectativas al coronar de nueva cuenta al equipo.
“Memo era una amalgama de todo, lo conozco desde los 15 años y aprendí mucho de él. Él lo hizo de Ricardo y le imprimió mucha dinámica al equipo, le gusta el trabajo con los jóvenes y puso siempre el trato humano por delante”, señala.
Ahora espera un nuevo técnico y Efraín toma el reto con coraje: “Sería imperdonable si nosotros, como jugadores, no estuviéramos comprometidos con la institución. En cada entrenamiento y en cada partido vamos a dar lo mejor. Son procesos. Hemos vivido momentos muy difíciles y también muy bonitos. Así es el futbol y tenemos que recuperarnos en el torneo que viene”.
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