Guadalajara, Jal.-
Un festejo y nada más. Poco futbol. Menos espectáculo. Tres puntos de oro para las aspiraciones. Y nada más. Un gol de Rafael Márquez Lugo es suficiente. Chivas gana, pero a nadie convence. Su juego es más bien “capitalista”: busca el bien sin importar cómo. El 1-0 sobre Pachuca tiene al Rebaño Sagrado en zona de calificación… aunque las dudas persisten.
No es que Chivas practique, durante el primer tiempo, su mejor futbol. Pero en este deporte, a veces eso no es necesario para tomar ventaja. Basta con que el adversario carezca de intensidad. El Rebaño Sagrado lo sabe bien y aprovecha las circunstancias.
Los primeros avisos rojiblancos llegan pronto. Héctor Reynoso peina un tiro de esquina que nadie alcanza a rematar, al ‘3, mientras que Rafael Márquez Lugo cabecea cinco minuto más tarde, a las manos de Rodolfo Cota, un centro de Sergio Pérez.
Entre el conformismo inicial del Pachuca y la displicencia del Guadalajara, aparece la jugada diferente. Partidos cerrados se abren de dos formas: con un error o con una genialidad. El Rebaño Sagrado encuentra un momento de brillantez.
Adrián Cortés está en el campo debido a la hospitalización de Miguel Ponce, debido a una infección de amígdalas. Por la izquierda, el refuerzo que poca actividad ha tenido conduce y levanta la mirada. Manda un servicio largo hacia el área.
Por arriba, Jesús Sánchez gana el salto. No tiene oportunidad de rematar, así que decide lo mejor: pone la pelota atrás para Rafael Márquez Lugo, que llega de frente. El delantero dispara como viene. Potente. Decidido. La bola pega en el poste, recorre la línea y rebasa la frontera prometida. Gol del Guadalajara, al ’19, tras una estupenda jugada.
El atacante corre detrás del arco para festejar. Recibe abrazos. Levanta la mirada. No encuentra a la barra. En su lugar, hay butacas ocupadas por niños. El grupo de animación ha sido castigado por la directiva, luego de los incidentes violentos durante la visita de León. Hoy, los integrantes han pagado su boleto. Ya dentro del estadio, se organizan para reunirse en la misma cabecera sur, pero en la planta alta. Desde allá celebran.
Pero el gol, objetivo máximo del futbol, es también una desgracia para el Rebaño Sagrado en la primera parte. Ha encontrado la forma de abrir el marcador gracias a un momento brillante. Sólo eso: un momento. Pachuca, con el consentimiento del Guadalajara, se apodera del esférico. Llega, sí, pero sin la decisión propia de quien está en desventaja.
Genera una de verdadero peligro. Un centro deja solo a Christian Suárez. Tiene tiempo y espacio. Mide el cabezazo, pero cuando lo ejecuta carece de la fuerza necesaria. El arquero Luis Michel desvía con la pierna. Chivas se salva, al ’30.
La segunda parte sigue los mismos patrones. Defectos idénticos a los de los primeros 45 minutos aparecen en ambos equipos. Pachuca parece no darse cuenta de que el marcador no le es favorable. Chivas padece el mismo mal de todo el Clausura 2013: sufre para generar verdadero peligro.
Entre disparos flojos o desviados, las escuadras se debaten en una demagogia futbolera en la que uno finge ofender mientras el otro simula defender, como si para ambos se tratara de un resultado conveniente. La tribuna enmudece ante el pálido espectáculo. La barra ha sido sentada por elementos de seguridad. En las butacas, nadie canta.
Chivas insinúa el despertar. Pelota larga para Rafael Márquez Lugo, que salta y retrasa de cabeza para Miguel Sabah, que llega de frente, remata como viene, de frente y con fuerza. El zurdazo levanta la exclamación de la tribuna, pero se va por un lado, al ’67.
Siete minutos más tarde, Márquez Lugo controla dentro del área, cargado a la izquierda, encara a Rodolfo Cota. Prepara el disparo. El arquero achica de buena manera y tapa el remate. Otro grito de la tribuna. Un nuevo espejismo: el despertar es apenas una ilusión. Después de eso, no hay más del Rebaño Sagrado.
Pero si el Rebaño Sagrado tiene cosas que reprocharse, Pachuca no está lejos de eso. En la cancha se puede morir de futbol, pero no de actitud. A los Tuzos esta tarde les ha faltado eso. Cuando al fin se deciden, el cronómetro ya juega en contra. Y el zurdazo de volea que Daniel Arreola manda a la tribuna, al ’93, no es suficiente para aspirar a siquiera un punto.
El silbatazo final termina con la agonía de un partido de poco futbol y menos espectáculo. Para el Guadalajara se rescatan los tres puntos. Llega a 15 y es octavo, en zona de calificación. De ahí en más, nada que recordar del encuentro ante Pachuca.
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