Giovani dos Santos embadurna su cabellera de gel y la refuerza con una liga por aquello de las impresiones. El Estadio Azteca le ha marcado. Por eso camina lento por el túnel del gigante hasta detenerse frente a un cartel sobre el que parece mirarse.
Es un póster con la imagen de Cuauhtémoc Blanco, el “ídolo” de Gío. El mismo por el que ha salido el par de encuentros que ha jugado en Santa Úrsula, “a Cuauhtémoc no tengo que verlo como una sombra, sino como un espejo y nada más”.
Tener 19 años no es pretexto para la falta de puntería que Dos Santos ha exhibido. El técnico Sven-Göran Eriksson quiere un Tricolor ofensivo, incansable en la búsqueda de goles y Gío no se asusta.
“Creo que puedo dar mucho más. Tengo 19 años, qué no me queda por aprender. Voy a crecer con la confianza del técnico y si me agobio u obsesiono con el gol no me van a salir las cosas. Debo ir con tranquilidad porque cuando caiga el primero, espero que vengan uno tras de otro”.
Es la voz del uno de los fichajes más caros de la Premier League para la campaña 2008-2009. Un ganador por autodefinición. “nunca he sido conformista, siempre quiero más y quiero dejar huella en la Selección mexicana”.
Y vaya que necesita esa mentalidad en el Tri, donde ha mantenido en el banco a tipos de la talla de Cuauhtémoc Blanco y Omar Bravo, “estoy acostumbrado a la presión, la vivo en Inglaterra”, aunque no olvida que el apoyo de Eriksson ha sido vital para mantenerse como indiscutible, así como el de los delanteros del Chicago Fire y El Deportivo La Coruña, “hay que agradecer el apoyo de gente ya consagrada, imagínate, Cuauhtémoc, Bravo, el mismo Vuoso”.
De sonrisa fácil, Gío ríe nervioso cuando se le pregunta si aún sigue padeciendo por los movimientos a los que Eriksson lo somete por todo el frente de ataque. “Ha sido un poco complicado. Me ha tocado jugar de centro delantero, luego un poco más retrasado, luego por izquierda, por derecha, pero me estoy acostumbrando a jugar en distintas posiciones o donde mejor lo prefiera el técnico”.
Aunque en eso le vaya el cuello, como el sábado anterior, cuando un jamaicano le dejó la marca de los tachones sobre la manzana de Adán. “La verdad es que son rivales muy fuertes físicamente, vienen a pegar. Aquí están los tachones que me enterraron en una jugada -enseña el cuello y los rasguños- pero hay que acostumbrarse. Es su estilo de juego, es el jugador sucio que viene a tirar patadas, a no jugar el balón, porque a final de cuentas no vienen a jugar a nada”.
Por eso México, más allá del físico, no debe ver arriesgada su calificación ya no se diga al hexagonal final de Concacaf, ni siquiera al Mundial de 2010. “Nuestra mente debe estar fija en Sudáfrica, esta selección tiene la calidad y el futbol para hacerlo, sobre todo en nuestra eliminatoria debemos ganar los tres puntos lo mismo en casa que fuera”.
Ese es el sueño más importante, por ahora, de la cascada que se le han venido en su carrera, “se me han cumplido muy rápido, debutar en el Barcelona, jugar en el Camp Nou, ser convocado a la Selección, estar junto a Cuauhtémoc Blanco, jugar en el Estadio Azteca , sólo me falta jugar al mismo tiempo que Blanco por ahora, todo eso me hace estar contento pero no me conformo, quiero más”.
De ahí que los gritos de reproche por sus primeras fallas con la Selección sólo logren fortalecerlo. “Para mi apenas comienza la presión. Son mis primeros llamados, pero esto te hace madurar como futbolista, me sucedió en el Barcelona, no son momentos fáciles, pero quiero disfrutarlo, estoy en una selección, en la que siempre quise, defiendo la playera de millones de personas, eso es suficiente motivación para mejorar, para crecer”.
Y por supuesto, no dejar de asombrarse, “le comentaba a Rafa (Márquez) que es la primera vez que siento algo así, que se te enchina la piel, que se te paran los cabellos cuando sales al campo y vez un escenario como el Azteca.
Discussion about this post