Bayamón, P.R. / Marzo 18.-
La Máquina del Cruz Azul de México cayó 2-0 ante el Puerto Rico Islanders, en el choque de ida de las semifinales de la Liga de Campeones de la Concacaf, en partido jugado en el estadio “Juan R. Loubriel”.
El celeste Gerardo Torrado no paró de reclamar al árbitro Neal Brizan durante la mayor parte del partido. La actitud del capitán del cuadro mexicano fue fiel reflejo de la desesperación que invadió a los jugadores de La Máquina.
Los dirigidos por Benjamín Galindo no daban crédito de estar abajo en el marcador ante un rival de menor jerarquía, y que tuvo que adaptar un parque de beisbol para disputar el compromiso.
Sin duda, un marcador sorpresivo para los celestes porque se midieron a un equipo que no es profesional, una escuadra de desarrollo perteneciente a la Liga Mayor de Estados Unidos (MLS por sus siglas en inglés). Millones de dólares de diferencia existen entre las dos instituciones.
Aunque podría entenderse por el mal momento futbolístico por el que atraviesa el equipo de La Noria, que ha carecido de contundencia y en este compromiso no fue la excepción.
Falta de puntería y una gran actuación del arquero William Guadette fueron la diferencia. Este último desvió cuadro disparos peligrosos que pudieron darle otro rumbo al duelo.
Hoy más que nunca corre peligro la permanencia de Galindo en el banquillo cementero. Su continuidad podría definirse en los próximos días, tras disputar el choque de vuelta ante el Islanders y enfrentar el fin de semana el compromiso con Toluca.
El futuro inmediato no es nada alentador para el estratega. Enfrentarán a un equipo en el torneo local que llega invicto, y tendrá que vencer a los dirigidos por Colin Clarke por tres goles y no recibir ni uno para avanzar a la final del torneo organizado por Concacaf.
Para rematar, Pablo Zeballos abandonó el terreno de juego a los 26 minutos por una lesión y será sometido a una serie de estudios cuando el plantel llegue a la Ciudad de México.
Los locales aprovecharon a la perfección las condiciones del terreno de juego, una cancha dura que permitía que en algunos tramos la pelota corriera y que botara demasiado, pero en otros lugares extrañamente se detenía.
Además, mostraron una gran condición física. A través de balonazos y fuerza, dejaron abatido a un Cruz Azul que intentó reaccionar en el segundo tiempo, pero cuyo esfuerzo no alcanzó.
El primer gol llegó apenas a los 4 minutos de acción tras un disparo cruzado de Sandy Gbandi, mientras que la estocada fue de Nicholas Addlery al 36, en un aparente fuera de lugar.
La sorpresa se había concretado, los aficionados despidieron como héroes a sus futbolistas, y los elementos de Cruz Azul dejaron entre reclamos el terreno de juego.
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