Alemania afronta estos Juegos como el epílogo en el equipo nacional de su más grande jugador de todos los tiempos, el ala-pívot de los Dallas Mavericks Dirk Nowtizki, que deseaba acudir a Beijing como si fuera un novato y que ha formado una sociedad con Christopher Kaman que resultó demoledora para Angola.
Los campeones africanos se ha ganado el respeto en el concierto internacional por el nivel del baloncesto que practican. El cuadro de Alberto Carvalho ha conquistado nueve de los diez campeonatos africanos disputados hasta la fecha, pero su prestigio lo ha ganado dando la cara en las canchas olímpicas y en el Mundial. Todos saben de la fortaleza física y la dimensión táctica de este equipo.
Ya no pueden sorprender a nadie. Se les conoce de sobra. Alemania no iba a ser menos, desde luego. Ha venido a Beijing después de apear de la capital oriental a Puerto Rico en el Preolímpico de Atenas.
Nowitzki desempeñó un papel clave para que el cuadro alemán cogiese el último tren con dirección a la medieval Beijing. Quería estos Juegos para despedirse del equipo nacional y para poner el mejor broche posible a la magnífica carrera que ha trazado con la camiseta nibelunga.
Él y Kaman han establecido un vínculo dentro de la cancha que puede llevar muy lejos a Alemania. Nowitzki desea la gloria de los cinco aros. Está tan motivado que se ha dibujado el anagrama olímpico en la cabeza mediante un original corte de pelo. Y con Kaman al lado causa estragos en las zonas rivales.
Angola sólo pudo ceder el paso a la selección entrenada por Dirk Bauermann, que tras un primer cuarto igualado (25-21) , pasó por encima de los africanos. Veinticuatro puntos para Kaman. Veintitrés para Nowitzki. La sociedad funciona.
Discussion about this post