México, D.F.-
Su vida, por el momento, está dedicada a jugar basquetbol y estudiar, pero tienen sueños y metas por cumplir, como tener una vida mejor y ayudar a su comunidad. Ellos son los niños triquis.
Conocidos en algunos países del mundo, los niños indígenas de la comunidad oaxaqueña se dieron a conocer por jugar descalzos, algo que incluso ha cambiado un poco, pues algunos “vuelan” en las duelas con tenis de marcas reconocidas, pero esto lo hacen por obligación; las reglas en algunos torneos los obligan a jugar con ellos.
De visita en Notimex, aprovecharon un momento después de la entrevista y en una cancha cercana dieron muestra de su talento. Se organizó una “cascarita” y el resultado fue contundente en los pocos minutos de acción: 10-2 a favor de los niños triquis ante un equipo de adultos.
Melquiades Ramírez, Tobías de Jesús, Bernabé Martínez, Maximilano Celestino, Fernando León, Efrén Martínez, Néstor Manuel Gómez, Abimael García y Daisy Martínez, son los pequeños que concluyeron hace unos días la gira por Europa, saben de su potencial y quieren aprovecharlo, hacer algo importante en la vida.
“Después del cuarto festival mundial internacional en Argentina nos enteramos del gran impacto que habíamos tenido en la sociedad, nos emocionó porque sabíamos del trabajo que habíamos hecho en tres años, creo que actualmente somos como un emblema nacional, la gente nos vitorea, nos aplaude”, dijo Abimael García.
Tratan de hacer su vida normal pese a los constantes viajes que realizan, algunos fuera del país, donde aprovechan para visitar museos, conocer otras culturas y probar alimentos que nunca imaginaron conocer, como ocurrió hace unas semanas en Londres y Barcelona.
Estudian, ven televisión, escuchan música, incluso Abimael le ve futuro en este rubro a Melquiades, quien “se sabe muy bien varias canciones de banda, si él se dedica a la música en cuerpo y alma triunfaría”. Disfrutan lo que la vida les da, ya que es “una recompensa al trabajo duro que hemos hecho”, dice.
Se sienten orgullosos por lo realizado y sus familiares y amigos así se los hacen saber, pero Abimael no está conforme con eso, demuestra madurez en sus palabras y ve más allá de viajes y diversión: él quiere hacer algo por su país, aprovechar la oportunidad que se le presenta gracias a patrocinadores como “Zucaritas”.
“Creo que si algún día tenemos la oportunidad de ser profesionistas o realizar alguna actividad donde podamos ganar un buen dinero, podemos regresar a las comunidades indígenas para apoyar a nuestros paisanos y compañeros que se han quedado rezagados en la región”.
Y aplaude el proyecto que lo tiene a él y a otros niños en busca de un objetivo: “que cada uno termine su profesión, haga una carrera y que sea alguien en la vida, que su sueño no sea emigrar a Estados Unidos. Que cada uno represente un papel importante en la sociedad, que niños de otras comunidades se unan al proyecto”.
Mujer de pocas palabras, la niña Daisy Martínez, única en el grupo que estuvo de gira, se dice feliz y aceptada por sus compañeros, aunque obligada a mejorar cada día su nivel, mientras que Melquiades pide mostrar en las canchas todo lo aprendido en los entrenamientos.
Entre los sueños de estos niños destaca el de Fernando León, seguidor de los Spurs de San Antonio y que quiere seguir por este exitoso camino y llegar a la NBA, “que todos los partidos salgan en la televisión, que mi nombre se escuche en todo el mundo, que me reconozcan y también a mis compañeros”.
Así, entre sueños y realidades, descalzos o con tenis de marca –que es lo de menos-, en México o lejos de su país, los niños triquis están listos para seguir cosechando éxitos, comer pizza, que es su alimento favorito y, sobre todo, dejar en alto el nombre de su país y de su comunidad.
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