México, D.F.-
En una épica batalla que pasará a la historia como una de las mejores finales de todos los tiempos en el tenis profesional, el serbio Novak Djokovic superó al español Rafael Nadal para atrapar su tercer título en el Abierto de Australia.
Fue un partido que se convirtió en la final más prolongada de la era abierta (1968) en los Grand Slams: 5 horas y 53 minutos de pura tensión.
Los jugadores entraron a la cancha a las 19:30 horas del domingo y eran las 1:37 de la madrugada australiana, cuando Nole acabó imponiéndose 5-7, 6-4, 6-2, 6-7 (5) y 7-5.
Minutos antes, igualados 4-4 en un electrizante quinto set, un exhausto Djokovic se acostó de espalda en la cancha tras perder un peloteo de 31 golpes, el más largo del partido.?Casi sin aliento, Djokovic levantó la raqueta y encontró la energía para seguir peleando y vencer a Nadal por séptima vez en una final desde marzo.
Djokovic se arrancó la camiseta para celebrar una de las finales más dramáticas en la historia del tenis. Descargó toda su emoción golpeando con fuerza una de las barreras alrededor de la pista de la Arena Rod Laver. Se había convertido en el quinto hombre en ganar tres finales al hilo en las grandes citas desde que la era abierta comenzó en 1968, un selecto quinteto en el que figuran Nadal, Roger Federer, Pete Sampras y Laver.
Nadal terminó inclinándose en la red, mientras que Djokovic se puso en cuclillas en la ceremonia de premiación.
Alguien se apiadó de ambos, al llevarles sillas y botellas de agua.
“Hemos hecho historia esta noche y lamentablemente no podían haber dos ganadores”, dijo Djokovic.
La victoria de Djokovic extendió su embrujo sobre Nadal. En circunstancias fatídicas, quizá injustas por el nivel de juego, Nadal se convirtió en el primer hombre en la era abierta que pierde tres finales consecutivas de Grand Slam. Todas han sido ante Djokovic, al incluirse Wimbledon y el US Open.
“Tuve mis ocasiones contra el mejor del mundo”, señaló Nadal. “Le jugué de tú a tú. Por primera vez en mucho tiempo, no sentí que estuviese en desventaja y eso es muy positivo para mí. Estoy muy feliz por mi mentalidad, estuve como en mis mejores momentos”.
El partido más largo de una final de Grand Slam era de 4 horas y 54 minutos, entre Mats Wilander e Ivan Lendl. Fue en 1988 en Estados Unidos.
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