México, D.F. / Feb. 21
Ser hijo de una de las más grandes leyendas de Cruz Azul ha sido para Édgar Gerardo Lugo toda una bendición, pero también una maldición por toda esa bola de envidiosos que no soportan su éxito y que desde categorías infantiles lo fastidian con ello al considerarlo una “estrellita”.
Así como lo leen: el mediocampista de La Máquina se ha tenido que esforzar al doble que cualquier otro jugador, primero para no echar por tierra el brillante legado de su padre Gerardo Lugo con Cruz Azul y, después, para callar a aquellos que han dicho que sus logros se deben más que a su calidad, a la historia que su papá tiene con los cementeros. Cosa más falsa.
“Sí, en mi vida me he topado con muchas bolas de envidiosos y en todos lados, y todo por ser hijo de un gran jugador. Pero supe sobrepasar eso y ahora estoy en el primer equipo de Cruz Azul haciendo lo que más me gusta”, afirma un ahora orgulloso romperredes, el único hasta el momento en el Clausura 2009 en lograr tres goles en un solo partido.
“Lo peor que me han dicho es que yo estoy aquí por mi papá, que no le llego ni a los talones y cosas así, que sí te molestan y afectan, pero que al fin y al cabo dentro de la cancha he demostrado lo contrario”, señala satisfecho por la labor realizada.
Si le pesa ser hijo de una leyenda, consideró que “no, al menos ahorita no; al contrario, eso me motiva, aunque sé que es una responsabilidad grande porque mi papá hizo grandes cosas aquí en Cruz Azul y por ello yo entreno todos los días y muy duro para tratar de hacer mi trabajo lo mejor posible cada fin de semana”.
Sobre si su padre fue quien lo inmiscuyó en esto del balompié, con la mirada brillosa indica que “sí, claro. En parte él me enseñó lo lindo que es este deporte y ya uno escoge si quiere seguir o no, y yo decidí mantenerme por este camino porque realmente me gusta bastante el futbol y lo disfruto mucho”.
No obstante, el jugador señala: “El éxito de mi padre en realidad no me tocó, ya que era muy pequeño y no tenía uso de razón, sólo fotos o videos me hacen recordar. Pero como sea yo estoy muy orgulloso de tener este apellido y tratar de llevarlo lo más alto posible posible”.
De los sacrificios que ha debido hacer a lo largo de su incipiente trayectoria, asevera que “mi primer contacto con un balón fue a los ocho años, aquí en la escuelita del Cruz Azul. Me decidí por La Máquina porque el futbol es el deporte que más me gusta, siento los colores de este equipo y es una profesión que te da demasiadas cosas”.
“Sí, el balompié me ha robado muchas cosas, pero también me ha dado otras… Es un equilibrio que uno termina decidiendo y finalmente disfrutando”, agregó.
Si ahora siente que ya cumplió con su meta, seguro y sin titubear confirma: “Siempre ha sido una responsabilidad muy grande, pero yo sabía de mi capacidad, de que la única forma en que llegaría a debutar era así, trabajando, siendo disciplinado y disfrutándolo al máximo, y gracias a Dios ahora ya estoy haciendo mi propia historia y demostrándole a la gente que lo puedo hacer bien”.
Y claro que ya está haciendo su historia, pues su padre ha sido su principal crítico: “Sí, claro. Siempre, porque aunque siempre tuve su apoyo, sabía que no lo podía defraudar, que tenía que llegar a debutar y hacerlo de la mejor forma cada semana”.
De cómo se siente en Cruz Azul después de todo lo que ha pasado, culmina: “Me siento bien de estar en un equipo tan grande y gracias a Dios se me han estado dando las cosas, aunque sé que no basta con eso… Lo importante será no bajar nunca los brazos, seguir luchando por un puesto y poco a poco ir afianzándome en el equipo”.
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