México, D.F. / Abril 15.-
Contrastes en el semblante del púgil mexicano Édgar Sosa. Dice estar contento por el agasajo que le hizo el Consejo Mundial de Boxeo por cumplir dos años como campeón minimosca, pero las lágrimas entrecortan sus palabras y lo obligan a callar.
Entonces, estalla sonora ovación y se unen al festejo José Sulaimán, presidente del CMB, el promotor Fausto García y el público presente.
Y como todo buen peleador, Sosa se sacude la emoción y recupera el habla.
“Desde niño, cuando veía pelear a Julio César Chávez, pensaba en que algún día iba a tener en mis manos el cinturón verde y oro del Consejo Mundial de Boxeo, el organismo más respetado en todo el planeta y ahora que lo tengo, no lo voy a soltar”, aseguró Sosa.
El campeón, quien estuvo acompañado por sus hijos y su esposa, agregó que “siempre seré fiel al CMB, no me interesan otros organismos, por eso no pienso unificar con nadie, a menos que sea una excelente oferta”.
Aseguró el monarca que su idea es combatir sólo este año en peso minimosca porque “ya sufro mucho para dar el límite y el próximo año invadiré el peso mosca y a futuro el supermosca, porque quiero ser campeón en tres divisiones diferentes”.
Antes de partir el pastel por sus dos años de monarca, José Sulaimán tomó la palabra y proclamó a Sosa como “el campeón mundial de su vida abajo del ring, porque es un muchacho ejemplar, apegado a la familia y al gimnasio”. Agregó que “como campeón ha demostrado ser confiable y por eso nos sentimos orgullosos de contar con él” y recordó que hace dos años “derrotó a Brian Viloria, alguien que parecía invencible”, concluyó Sulaimán.
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