México, D.F.-
Envueltos por el fracaso volvieron hoy los integrantes de la selección mexicana de futbol tras su asistencia a la Copa Confederaciones Brasil 2013, donde perdieron contra Italia y el “Scratch du oro” y ganaron a Japón.
A la salida de vuelos internacionales de la Terminal Dos del aeropuerto capitalino no hubo tumultos, gritos ni porras de bienvenida a los integrantes del combinado “azteca”, más bien fueron los olvidados.
Y cómo iba a suceder algo especial sin motivos de celebración, si además los tricolores acostumbran salir por puertas no reservadas para un pasajero común y corriente, con tal de ser escurridizos y gambeteros y no dar la cara ante los medios de comunicación.
Desde anoche estableció la Federación Mexicana de Futbol, a través de un comunicado, que llegarían los jugadores sin dar entrevistas, y quienes vayan a otras partes del país harían su conexión de vuelo en forma interna del aeropuerto.
El entrenador José Manuel de la Torre se ha apresurado a decir con anterioridad que “no damos entrevistas de banqueta” y que sólo atienden a los medios de comunicación en el Centro de Alto Rendimiento (CAR).
Al regreso de hoy tras el fracaso en Brasil sí hubo un grupo que los recibió, el integrado de reporteros, fotógrafos y camarógrafos que llegaron muy temprano para un aterrizaje que se dio a las 06:30 horas aproximadamente.
Pero lo único que lograron fueron tomas a la distancia, pues los futbolistas cruzaron la zona de aduanas y fue lo más cercano a la puerta de salida, porque caminaron internamente, subieron una escalera eléctrica y se perdieron de la vista.
“Ahí va el Chicharito (Javier Hernández), ahí va Aldo de Nigris, ahí va (José de Jesús) Corona”, se comentaba y los representantes de los medios de comunicación iban de un lado a otro.
Uno de los que se vio fue Diego Reyes, el jugador del Porto que vive en la capital del país, pero tampoco salió con tal de cumplir con la regla de no cruzar la puerta de salida.
“Cobardes, no dan la cara”, dijo un paseante al ver el ir y venir de un lado a otro a los reporteros con sus miradas escudriñadoras a través del cristal, pero nada, se fueron.
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