Cuando su esposa Adriana salió a recibirnos en la puerta de su casa nos dijo: “En un momento baja José Ramón. Es que está pasando por momentos difíciles, pues hoy murió su hermana”. Era mediodía del jueves 9 de septiembre.
Ya me había confiado que la señora Ana María, un año mayor que él, estaba grave en Puebla. Una semana antes el ícono del periodismo deportivo en México me confirmó la entrevista que se haría en su casa del Pedregal a la una de la tarde.
El miércoles le avisé que ya estaba en la Ciudad de México, acompañado de mi hija Andrea, fotógrafa de Hora Cero, y del camarógrafo Carlos Eduardo del Canal 28.
Joserra tenía todos los motivos para cancelar ese día la entrevista y reagendarla. Pero no lo hizo y siguió con el plan de sentarnos a platicar en su hermoso jardín. Al aire libre como lo recomiendan los médicos en esta pandemia.
Bajó del segundo piso de su casa color crema rodeada de vegetación que creció entre la piedra volcánica del sector. Tenía los ojos enrojecidos y me saludó: “¡Hola Héctor, un gusto!”. Como si nos conociéramos de años.
Entre mi equipaje llevaba unos dulces de leche que me dijo son sus preferidos, las Glorias de Linares. “Acá te las pago”, me aclaró. También le lleve machacado, el libro de mi experiencia como periodista en la guerra de Los Balcanes, una playera de cuello amarilla bordada con una letra U, y la invitación del rector de la UANL para recibir un merecido homenaje.
Admito que era la primera vez que me ponía tan nervioso por tener enfrente a una figura de su talla. A José Ramón Fernández, lúcido a sus 75 años, de quien me atrevo a decir: es el Sumo Pontífice del periodismo deportivo mexicano.
Nos sentamos, antes pidió su saco azul marino, se dejó la corbata, se colocó el micrófono y empezó la entrevista de mi vida. Una hora y 20 minutos. Un sueño cumplido.
Al acabar me dijo: “Héctor, acompáñame”. Bajamos a un piso inferior donde tenía cientos o quizá miles de artículos y souvenirs que ha coleccionando, comprado o recibido de regalo a lo largo de 50 años de exitosa e inigualable carrera, como una cabeza de toro que mató el rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza, los tachones de Leonel Messi, los de Ana Gabriela Guevara, y la playera de Brasil firmada por el Rey Pelé, entre otros.
También balones de futbol autografiados, guantes de box, muñecos de peluche de los personajes de DeporTV, cuadros con el logo de los Pumas de sus amores y más, más y más…
A las 3 de la tarde y 15 minutos él y su esposa nos acompañaron hasta las puertas del portón de la calle. Nos despedimos con la promesa de volvernos a ver. Juro que duré días para despertar.
—¿Qué quería ser aquel niño José Ramón que nació en Puebla?
De grande quería ser misionero, irme a lugares lejanos,. A África y ayudar a gente pobre, a gente necesitada. Me gustaba viajar pero después fui tomando mis clases; soy egresado de las maristas. Me educaron muy bien.
—¿Cuáles fueron tus primeros flashazos con el futbol, porque eras un niño cuando el Mundial de Suiza 54?
Mi primer flashazo fue cuando mi padre, que en paz descanse, me llevaba a ver al Puebla. La franja en aquel entonces en un campo que se llamaba El mirador, después por problemas lo quemaron y se fundó el Parque España, pero iba a ver al Puebla, al Puebla de Antonio Figueroa, Fernández, de buenos jugadores que tenía, en fin, que nunca peleaban por el título pero peleaban mucho por el de Copa.
Las figuras eran de madera espiaba y veías debajo el vestidor y ahí empezó mi afición por mi padre que seguía mucho el futbol. Tenía un radio de onda corta en donde me ponía a escuchar el futbol de España, y escuchábamos partidos del Madrid, de Puskas, de Gentor.
—Fuiste jugador amateur, ¿pero cuándo decidiste dejar de corretear el balón?
Curiosamente con un equipo que se llamaba el Líbano. Jugamos en una liga estudiantil, una liga de Puebla muy buena de muy buen nivel, éramos campeones. Era terrible porque nos acusaban de traidores a los que jugábamos con el Líbano eran unos agarrones difíciles . Probé en Segunda División con González Gatica, pero no, me di cuenta que lo mío era estudiar y me dediqué a estudiar
—¿Y cómo eras como futbolista. Eras bueno por aire, pateabas…?
Era un perro en la cancha, corría, venía, jugaba de medio campista, después me pasaba a la lateral, bueno, no con muchas cualidades pero no era tan malo realmente. Jugaba bien futbol, mis hijos salieron mejores, pero me di cuenta que no era lo mío, me di cuenta que lo mío era estudiar y me gustaba mucho leer y estudiaba mucho, y cursé la carrera de administración de empresas.
—¿Y no tuviste la presión de tus padres para dejar el futbol?
No, me dejaban jugar porque eran los fines de semana, pero tenía un problema pues se me hinchaban mucho los tobillos constantemente. Un día el profe Gatica me dijo: “Mira, quien viene en coche a los entrenamientos no tiene por qué ser futbolista, llegaba con mi volkswagen.
—¿Cómo empezaste en la televisión?
Empecé en TIM, Televisión Independiente de México que era del grupo Monterrey, del Grupo Alfa. Trabajaba en Puebla en el canal local 3 que era de ese grupo, fuerte poderoso, pero que competía con un canal de sistema, mismo que era muy fuerte y ya había perdido mucho dinero el canal 8 de México.
Tenía un gran amigo ahí que se llamaba Luis de Llano Palmer, que era el productor y director. Y a Carlos Alazraki, columnista y sus hijos han sido productores de cine, muy buenos. Me ayudó mucho a entrar, me conoció Luis de Llano, me invito a participar y ahí fue cuando me quedé en Canal 13, que por cierto en esos días me ayudo mucho el senador Enrique González Pedrero que acaba de morir.
Don Luis que era muy estricto, venía con los refugiados españoles que eran de la Guerra Civil; había sufrido la muerte de su padre.
Don Luis trabajaba ya en la radio, fue muy bueno para las radionovelas, luego fue el gran creador de las telenovelas y yo tuve una gran relación con él durante seis o siete años que lo conocí. Me integré mucho con él, le aprendí mucho. Era un tipo muy inteligente, muy bohemio, muy intelectual, muy preparado y muy culto”.
—Desde la creación de DeporTV fuiste la pesadilla de Televisa, una empresa con muchos recursos…
Siempre quise ser la pesadilla de Televisa y lo logré, y lo reconoce Luis Azcárraga con quien tengo una relación más o menos aceptable. Una vez llegué con Luis de Llano a su oficina y me dice: “Hay que hacer un programa de deportes, falta deportes aquí. Él se dedicaba más a las novelas, teatros, telenovelas y me dijo: “A ver qué te parece”. Y puso en su pizarrón varios nombres y le dije: “Me gusta mucho ese DeporteTV, y así se quedó.
Fuimos haciendo un programa todos los domingos que duró 34 años conmigo al frente, y después ya desapareció, pero fue un programa pionero siempre a las seis de la tarde en los domingos, duraba hora y media; después dos horas, y tuvo mucho prestigio. Llegaban los toreros vestidos de luces, Manolo Martínez, Eloy Cavazos, regiomontanos maravillosos; toreros españoles como Paco Escamilla, Diego Puerta, en fin. Les daban ansias llegar vestidos de luces, manchados de sangre, pero los invitaba porque además de tener futbol, se incluían cosas diferentes como deportes de invierno, patinaje artístico…
—Cuéntame de la entrevista con la gimnasta Nadia Comaneci en la Olimpiada de Montreal 76.
Tengo el recuerdo memorable de haber entrevistado a Nadia Comaneci, que era una gimnasia espectacular, jovencita, casi no hablaba porque iba la Policía de Rumania con ella, la Policía de Estados Unidos… fue un momento muy atractivo. Entrevisté a una chica que había conseguido medallas olímpicas maravillosas”
—¿Tu creatividad te ayudó a no acomplejarte con Televisa que tenía su programa Acción, con tanto dinero..?
No, no. Nosotros hacíamos con lo que podíamos y lo hacíamos con mucho esfuerzo, con mucha lucha, con poco dinero. Pertenecíamos a un canal público y el presupuesto era corto. Luis de Llano se enojaba porque cortaban un partido de futbol para meter un discurso de un político o del presidente de la República y, bueno, era la lucha diaria del canal 13.
Se usaba el canal como trampolín político. (El director en turno) quería ser senador, quería ser gobernador… Tuvimos muchos enojos porque se cargaba mucho.
—¿A 31 años del escándalo de los cachirules que dejó fuera a México del Mundial de Italia 90, valió la pena el trabajo periodístico que hiciste?
Era la nota que existía. A Toño Moreno le dije: “Mira, tengo esta nota sobre la Federación de Futbol, y parece que los jugadores tienen una fecha de nacimiento y son de tal fecha y vamos a investigarlos. Y empezamos a investigar a sacar algunas actas, vimos algunos jugadores, no quisieron hablar; el técnico no quiso hablar e hicimos dos programas de En caliente.
Había mucho miedo de comentar el tema, pero yo decía por qué, si solamente íbamos a sacar las actas reales con las fechas de nacimiento que ellos habían dado, sacamos tres actas de tres jugadores y que fueron cachirules de esa época lamentablemente.
En principio fue castigado nada más un equipo juvenil y los encargados, el director técnico, los jefes de la selección juvenil. Acababa de pasar el Mundial del 86 que había ganado Argentina con Maradona en aquel momento.
Lamentablemente Del Castillo (entonces presidente de la Femexfut) y compañía fueron a reclamarle a Joao Havelange que era presidente de la FIFA y fue un poco duro, pensando que Havelange era el mismo del Mundial del 86 y era amigo de México.
Pero al momento que dejan el Mundial la amistad desaparece, porque mientras te sacan dinero son maravillosos, y cuando no hay dinero ¡adiós! Y parece que se excedieron, entonces al final viene un castigo mas rudo, más fuerte: ¡fuera la juvenil, fuera la mayor que iba a eliminarse (para Italia 90) y fuera toda la planilla directiva! Les dieron un mes para que salieran. Aquello fue terrible”.
Entonces Televisa se molestó. Empezó hacer una campaña muy dura, querían que me fuera del país casi casi; fue una persecución muy dura sobre todo contra mi. Pero se había cometido un fraude deshonesto, una tontería al alterarse la edad. Es una pena. Entonces me vetan de Italia 90.
—¿Durante tu trayectoria en DeporTV pensaste en cambiar tu estilo provocador como periodista?
Yo siempre fui así, y no era tanto provocación. Yo buscaba mucho la polémica, buscaba mucho encontrar el por qué. Cuando llegué a la televisión sólo se hablaba del América, América y el América; las Chivas andaban muy mal, no caminaban muy bien, era un equipo flojo que no le daba pelea al América, entonces yo me pongo de acuerdo con la gente del Pumas, en aquel entonces el doctor Soberón, que fue amigo mío era muy Pumas. Bajaba a los vestidores, no como a los demás que a los Pumas les interesaba un cacahuate. Es mas, ya ni pertenece a la afición, pertenece a un patronato como Tigres, pero sin dinero.
—¿Qué recuerdas de la tragedia en el túnel 29 en el juego Pumas contra América en 1985?
Acababa de terminar el primer tiempo y un tipo de la universidad me dice: “José Ramón, te vamos a pedir que no comentes nada, pero que en el túnel 29 gran cantidad de gente que entraba al estadio empujaron y se asfixiaron. Hubo una tragedia muy grave. Al día siguiente Excélsior sacó una foto de un papá con un niño cargando en brazos, murieron como 8 personas y no pude decir nada porque se armaría un escándalo brutal. Me tuve que quedar callado todo el segundo tiempo
El tercer juego fue en Querétaro y hubo mucho problema para que transmitiéramos nosotros. Televisa no quería que transmitiéramos, sólo ellos. Total que tuve que acudir a Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía y al final los dos transmitimos.
Cuando bajé por las alineaciones que las ponían afuera del vestidor, vi a Guillermo Cañedo (directivo del América) salir del vestuario del árbitro, y le digo: “Cañedo ¿qué haces aquí? Y me dice: “Fui a saludarlos (pero) no vayas a decir nada. Y le respondí: “No, sí lo diré. Total que el árbitro Joaquín Urrea lo primero que hizo, a los 20 minutos, fue marcar un penalti a favor del América, después hubo un penalti bonito que no marcó y terminó ganando el América 3 a 1.
—¿Cómo nace el programa Los Protagonistas de los Mundiales de Futbol y Juegos Olímpicos?
Yo hablaba mucho con César Luis Menotti cuando venía a México, siempre tomábamos café. Menotti siempre se pasaba tomando cafés… era un sabio del futbol y el siempre decía: “Mira José Ramón, en las Copas del Mundo, entiéndelo bien, siempre hay protagonistas, invitados y equipos que van a ver qué pasa. Y efectivamente, siempre ganaban los mismos, que eran los protagonistas, los invitados se acercaban y los participantes participaban, peleaban, competían, pero no eran poderosos. Entonces siempre ganaba Brasil, Argentina, Alemania o Italia.
Menotti siempre me hablaba de protagonistas y yo dije: “Si yo le pongo esa palabra, Los protagonistas, el artículo simplemente va abarcar a todos, a ti a mi, a la gente, a los jugadores, a los entrenadores, al público en general, a todo mundo. Los protagonistas” y lo pusimos. Hicimos los primeros programas en el Mundial del 86 aprovechando que Televisa estaba muy metido en la señal para el mundo.
—Hay una anécdota de Jorge Valdano que te pide ayuda para apoyar a Argentina en México 86…
Una noche terminando un programa de Los Protagonistas me dicen que me llama Valdano, el jugador de la selección de Argentina. Y efectivamente subí y al terminar el programa, contesto y le digo: “¿Jorge Valdano? y él me responde: ‘Hola José Ramón, tu no nos conoces, pero nosotros te conocemos muy bien por los programas, pero Diego (Maradona) está triste con los mexicanos porque cree que no le van a Argentina. Cree que le van a otro país y mañana es un partido clave ya que nosotros jugamos contra Inglaterra.
Claro Jorge, con mucho gusto (se apoya a Argentina), pero a cambio de algo… consígueme una entrevista con Diego. Valdano responde: “Hecho”. El problema es que estaban en Coapa (sede del América donde entrenaba Argentina), y yo no puedo entrar porque hablo muy mal de ese equipo. Me explicó que hay una puerta chiquita y por ahí podía entrar y le haces la entrevista a Diego.
Maradona era un fenómeno y entonces termina el programa, lo cerramos con una pieza de un tango cantado por Placido Domingo y hablo con Jorge Valdano para preguntarle si le gustó el programa ‘Maravilloso, todos estamos llorando y aquí esta Diego a mi lado ‘ hablé con el pero no le entendí nada de lo que me dijo pero quedamos al día siguiente y fui y lo entreviste , me dio 10 minutos y me dijo ‘Vamos a hacer campeones aunque no quieran los mexicanos’ le respondí que los mexicanos quieren a Argentina solo que somos pro brasileños y efectivamente con Argentina sin Diego eran un equipo normal pero con Maradona eran un equipo fantástico”.
—¿Viste la mano De Dios de Maradona en ese partido?
Me tocó narrar los dos goles de Maradona. El de la mano que si te soy sincero yo nunca la vi. Yo pensé: “No puede ganarle a Peter Shilton que era altísimo, pues bueno, Maradona era un genio y después hizo un gol fantástico.
—¿Cómo llegaron contigo Andrés Bustamante y Brozo?
En Seúl 88 se me ocurre para los Olímpicos subir a Bustamante. Yo lo conocí porque daba clases en la Anáhuac y en el noveno semestre y un chico me dice: “Ese es Andrés Bustamante”. Se me queda viendo muy serio y le dije” “Andrés, el encargado de dar la clase el día de hoy eres tu, nada mas que no griten mucho los alumnos pero imítame a mi, al rector de la universidad, a los maestros…
Y empezó a imitar a los maestros. En eso entra el rector y dice” “¡Qué pasa aquí!”. y fue una locura. Ya después lo perdí de vista.
Regresé al poco tiempo y lo llamé a su casa y le dije: “Andrés. tienes que venir con nosotros a los Juegos Olímpicos. Él estaba en TeleEducativa y hacia cápsulas y al principio no quería pero le dije que le compraba unas pelucas, bigotes, lo que necesitara. Se llevó su maletín y casi lo empujábamos al avión y en Seúl hizo un programa maravilloso. Inventó el Doctor Chunga, al Hooligan; inventó historias, hacia todo y me dijo que sólo llevaría un asistente y pegó, porque el programa pasaba de noche y la gente se deleitaba.
Andrés era maravilloso. Después vino Italia 90 y metimos a Brozo que era otro estilo de comediante. Lamentablemente Brozo tenía que ir un poco más tarde porque se pasaba de la línea. Yo lo cuidaba mucho para que no hiciera locuras. Un personaje era la Beba Galván, me agarraba de la mano y me acuerdo que mi madre que en paz descanse me decía: “¡Esa señora está muy fea!”. Era su estilo y también hacía sus producciones, se iba a caminar y en el Mundial de París hizo cosas maravillosas, igual que Andrés.
Menotti se moría de risa, era un fan de Andrés Bustamante y Valdano decía: “No es posible, pero qué cosas hacen estos”.
—¿Tú hiciste compatible la comicidad con programas deportivos. Cómo te atreviste a tanto?
No sé, se dio porque Andrés y yo teníamos una gran relación. No éramos super amigos pero yo le dejaba a Andrés que hiciera lo que él quería, nunca le dije: “Haz este personaje”. Televisa le tiró cañonazos de miles de dólares y Andrés siempre se negó y Brozo también. Con Andrés hizo una mancuerna maravillosa, creció mucho. Había tres personas que se les pagaba muy bien: Andrés, Valdano y Menotti.
—Respóndeme con honestidad: ¿pensaste en contratar alguien de la competencia, de Televisa, como Toño de Valdés o Enrique Burak. Porque tenían gente de calidad?
Había, pero nunca pensé en ellos. Yo pensaba en crear gente diferente que no tuviera nada que ver con Televisa, que fueran nuevos. Que fueran creados en la escuela de Imevisión, de TVAzteca, que supieran meterse la piel de los programas. En serio, se fajaban hora enteras.
—¿Y tus recuerdos sobre el bombazo en las Olímpicas de Atlanta 96?
Fueron unos juegos insípidos. Un día que estábamos transmitiendo como a las 12:15 de la mañana iba a entrar el Charro Amarillo que era un personaje de Brozo, que cantaba canciones con albures y yo tenía que terminar el albur y bueno… Brozo era feliz. Y me dice el productor: “¡bomba a un lado!”. Estaban transmitiendo la NBC y CNN y cancelamos todo y nos switcheamos inmediatamente. Le dije al Charro amarillo que se cambiara y tomara una cámara. Estaba David Faitelson también, pues éramos pocos porque un grupo ya se había ido a México y quedamos los últimos.
La bomba fue un escándalo. No fue tal el impacto que tuvo. Hubo dos muertos. Pero cómo era posible que estallara en el mero centro pegado a la sede de Televisión. Hicimos una serie de reportajes, entrevistas; intercambiamos material con los australianos, con italianos, neozelandeses y yo le dije Brozo que se fuera a espiar donde estaban aquellos (Televisa). Y estaba cerrado… “perfecto, maravilloso y seguimos, seguimos”.
Luego llegó Javier Alatorre. Se tardó en llegar pero era un viernes social. Le pasé el mando a Javier y empezó a decir: “¡Gran bomba!, al estilo de ellos. ¡Bombazo en Atlanta!
Yo dije: “Qué mentira, pero bueno”.
—Carlos Albert, en una entrevista, te definió de esta manera: “José Ramón es un trabajador incansable, un workohólico, un jefe dictatorial a quien nunca le interesó hacer amigos”. ¿Es cierto o le exageran?
Le exagera, trabajaba mucho y era normal. Todo el peso caía sobre mí y ellos decían: “Mi boleto. ¿Qué partido narro? ¿Y mis viáticos?, y además querían ir al Mundial y a los Juegos Olímpicos. Carlos Albert tenía su personalidad.
Tener amigos no te daba tiempo. El amigo quiere ir a comer, el amigo quiere ir a cenar, quiere ir a chupar, y yo no era de eso, no me gustaba. Me dedicaba más a trabajar. Vivía en el canal. Mis hijos me lo decían: “Papá, cuando llegas en la noche cansado estamos dormidos, no te oímos, y nos vamos temprano al colegio y tu te estás despertando porque tuviste una noche pesada, larga, porque tuviste algún problema y estás cansado. Pero así te queremos y así nos has educado.
—Pero también Carlos Albert dijo: “Joserra es maestro de muchas generaciones, un genio, un obsesionado como hasta la fecha a sus 75 años…
Sí, puede ser que sí. La ventaja que tenía es que Albert era mayor que yo y lo fastidiaba. Albert siempre estaba vetado: vetado en el 86 que luchamos por su acreditación terriblemente; vetado en el 90, pues se subió en barco conmigo y ¡pum!, fue vetado. También luchaba mucho para ayudarlo para que se quedara. Tuvo problemas. Una vez pasó una entrevista en contra de uno de los socios de la empresa, ya era TVAzteca entonces, ya había llegado Ricardo Salinas, y Moisés Saba que en paz descanse”.
Se fue de ESPN y pedimos que no se fuera. Dijeron: “Es que ya le hemos dado cuatro cartas de llamada de atención y a la quinta… cuatro amarillas. Y a la quinta roja se fue.
—¿Cuál fue la convivencia con tus hijos en esos años?
Los fines de semana que era la época en que podías verlos, o tenía futbol en Monterrey, en Guadalajara o en CEU. Convivía lo que podía.
Llegaba Navidad o Año Nuevo. El día 31 la pasaba con ellos y el día primero me regresaba. Tenía una casa en Veracruz, iban con sus abuelos y se la pasaban felices con mi mamá. Se la pasaban quince días con ella. Tengo recuerdos muy maravillosos con ellos.
—¿Qué opinas de los periodistas domésticos que reciben órdenes de los directivos, del cuerpo técnico?
Es el problema de trabajar para un medio importante y pensar que tu capacidad te da para tanto. Te sientes tan importante que puedes hace lo que quieres con las páginas del periódico, con un canal de televisión o estación de radio. Te vas haciendo amigo de los dueños del equipo o de los empleados del equipo de importancia, y vas generando situaciones que pueden ser muy cercanas a la corrupción y te corrompes fácilmente.
—¿Alguna vez te ofrecieron dinero para que hablaras bien de los Pumas?
No nunca, sabían que conmigo eso no iba y jamás me ofrecieron dinero. Sí puedo decir que me ofrecieron llevarme a otra televisora, pero nunca me ofrecieron dinero.
En aquel entonces era un canal público y ganabas lo que podías. Cuando llega Ricardo Salinas, cambia un poco la cuestión mercantil porque al final de cuentas él era empresario. Hace crecer mucho TVAzteca, le invierte dinero y mejoras a todo lo que es el Ajusco. Y nace un canal más grande, mas poderoso.
Un día Ricardo me dijo: “Aquí tengo un libro rojo y uno blanco ¿cuál escoges? Le respondí que el blanco y me dijo: “¿por qué? Porque creo que he sido limpio en todo. “Es verdad, tienes razón. ¿Quieres trabajar conmigo, me preguntó y le respondí que sí. Nos hicimos muy buenos amigos no te digo que excelentes, pero pasé muchos años nuevos en su casa. Era un tipo diferente a como parecía.
—Cuéntame la anécdota de Rubén Omar Romano, entonces técnico del Morelia que pertenecía a TVAzteca.
Recuerdo una junta de consejo que llegó y azotó la puerta. Saca un papel de la nómina y hace una cara en donde se le salen los ojos y dice: “Que se ponga de pie Rubén O. Romano”, y nadie se pone de pie. Todo mundo callado voltea para todos lados y dice: “Repito por segunda vez y única que, que se ponga de pie Rubén O. Romano.
Volteó y me miró a mi, vio que me reía y me dijo: “Tu sabes algo Joserra. Él me puso Joserra. Y le dije que es el técnico del Morelia. “¿Cómo puede ganar 800 mil?, se preguntó y se enojó. Y terminó: “¿Cómo puede ganar esa cantidad de dinero, estás loco”. Rompió todo y se fue.
—En tu faceta comercial le metiste mucho dinero a TVAzteca. ¿Pero es cierto que te liquidaron con 188 mil pesos?
Sí, entraba mucho dinero. Lo que pasa que el abogado corporativo me dijo: “Aquí hay un bufete encargado de las demandas que no deja pasar una, porque Ricardo no le gusta que los empleados le ganen”.
Cuando llegué de Alemania me enfermo de divertículos, estaba delicado y tardo en recuperarme. Regreso antes de tiempo al canal y un día haciendo Los Protagonistas de mediodía, veo que la mesa da vueltas y en los elevadores me desmayo. Entonces le dicen a Ricardo y me dice: “Tienes que hacerte un lado. Descansa estás delicado y me pone otra oficina y va terminando mi época en TVAzteca. Estamos hablando del 2007.
Te voy a decir algo, Ricardo personalmente me liquida. Me lo manda a mi casa en efectivo, una caja y le digo: “¿Qué hago con una caja con tantos billetes? Mételos debajo de la cama. Guárdalos. Tenía una frase: “Macropendejos, no pendejos, macro…”.
Yo no quería terminar en dificultades con él. Tenía ofertas de ESPN y dije: “Voy a cambiar un poco, voy a descansar no descansé nada porque fuimos a China, a todos lados…
—¿Cómo te has adaptado a los nuevos tiempos de redes sociales, a este mundo virtual, sobre todo en pandemia. Tienes 3 y medio millones de seguidores en Twitter?
Se batalla mucho hacer televisión por un iPad y por un teléfono. Es muy difícil, igual te peleas te peleas en Futbol Picante, con Hugo Sánchez que dice sus cosas de “estoy en España” y bueno…”, pero hacemos programas todos los días.
—¿Qué les recomiendas a los jóvenes que tienen como ídolos a los youtubers y a los influencers?
Los youtubers son un desastre. He entrevistado a varios, y de los infuencers hasta la cárcel han llegado. Es la manía de los jóvenes y yo lo veo en las redes, pones algo y saltan como liebres y te dicen de todo, aunque yo no les contesto a nadie. Es la época de los millenials.
Lo más importante de un periodista es tener credibilidad, que la gente sepa que eres un tipo honesto, sin dobles caras. Simplemente dices las cosas como son. Yo trato de hacer auténtico al máximo y claro que te puedes equivocar y decir yo estoy en mi verdad, y después estás equivocado y rectificas y se acabó. Pero nunca puedes estar en medio y un día ser crítico y al día siguiente no porque el público se da cuenta.
—¿Sufriste por no ir a Tokio, donde interrumpiste una secuencia de asistencia a Juegos Olímpicos?
Sí, porque se interrumpió mi cantidad de Juegos Olímpicos. Pero ESPN no tenía los derechos y había problemas para ir. Se intentó ir pero finalmente dijimos que no podríamos hacer nada. Sólo nos darían fotografías porque así son los competidores, no te dan nada.
—¿Te ves en Qatar 2022, te ves en París 2024?
A lo mejor Qatar sí, París quién sabe. Sí puede que llegue a Qatar aunque no me cae bien el París Saint Germain, aunque los qataríes puede ser que sí.
—¿Qué receta les das a los estudiantes para ser exitoso como tú para hacer un programa como DeporTV?
El éxito te lo da la gente que te ve, hay gente que es exitosa haciendo payasadas en televisión. Y no hablo de Bustamante, porque él es un actor. Igual Brozo y (Eugenio) Derbez son actores.
—Me pidieron aficionados del Cruz Azul tu opinión sobre su campeonato de Liga.
Qué bueno que fue campeón. Ya era hora porque la gente sufría mucho con Cruz Azul. Es un buen equipo de futbol pero lamentablemente mal manejado; huyeron quienes lo manejaron y se llevaron todo el dinero del mundo. Yo conocía bien a Billy Álvarez porque lo trataba y lo entrevistaba, pero no sabía que había hecho esas cosas y la cooperativa es de las pocas que existen en México.
La otra cooperativa es la de tiempos de Luis Echeverría, en Excélsior. Fui muy amigo de Julio Scherer, gran hombre y periodista, aprendí mucho también y, bueno, Cruz Azul puede seguir ganando y ojalá gane y sea campeón por el bien del futbol, y le gane al América que se sienten invencibles.
—¿Ya nació tu sucesor? ¿Quién llenará tus zapatos?
Son pequeños lo zapatos. Cualquiera puede surgir, igual y a mi estilo no lo veo pero puede haber con el tiempo gente que lo haga mejor. Es bueno que te superen y es bueno que superen a los que se dicen maestros, es como parte de la vida, tarde o temprano dejas todo y te vas.
A mí lo que me da satisfacción es dejar una escuela, dejar gente preparada. Es mas, tengo una escuela aquí en México de periodismo que ha pasado dificultades por la pandemia, pero la mantenemos justamente para poder crear jóvenes talentosos que va surtiendo a las empresas y algunos ya trabajan en ESPN, Televisa, Claro… en todos lados andan.
—Para concluir platícame más del personaje de Andrés Bustamante, el Hooligan, que hacía contigo lo que quería.
Cuando llegaba el Holligan era terrible. Le decíamos que tenía derecho a romper un monitor porque ya estaba descompuesta, pero rompía tres. Se pasaba, se excedía, te quería cortar la corbata, me quería dar vuelta y yo le decía “me vas a matar”.
En Sidney 2000 toda la escenografía era de agua y abajo lógicamente había cables, luces para darle colores y a fuerza me quería tirar al agua yo le advertía: “Si me tiras al agua se va a romper porque es acrílico y nos vamos a electrocutar.
Entonces contraté a un policía y a una policía australiana que me preguntaron: “¿Qué hay que hacer?”. Les dije: “Cuando el Holligan se empiece a descontrolar le ponen unas esposas. Era terrible, terrible”.
José Ramón es el mismo que hace 50 años. Intenso, anecdótico, polémico y ríe a carcajadas cuando por su mente recuerda los sketches de Ponchito, el Doctor Chunga, la Beba Galván, el Charro Amarillo o Johnny Petardo.
Sabe bien, aunque no quiso admitirlo, que en la televisión mexicana no hay otro como él que, con creatividad y pocos recursos económicos, puso a Televisa en segundo plano. Algo que muy pocos se han atrevido.
Su casa, un museo deportivo
En su domicilio, Joserra tiene una habitación destinada para guardar toda la memorabilia deportiva que ha acumulado en su carrera, donde hay desde una playera de Brasil firmada por Pelé, la cabeza de un toro que mató el rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza hasta los tachones de Leonel Messi y Ana Gabriela Guevara.
Fotos: Andrea Jiménez