Montaron una escenografía perfecta. Esta ciudad es otra, si la comparamos con la de hace algunos meses. Quienes vienen por primera vez, se preguntan dónde está toda la gente que vive en esos rascacielos que hay por toda la ciudad, pues en las calles, este pedacito de China no refleja la magnitud de los mil 300 millones de habitantes.
Pararon la construcción y la producción de fábricas, y considerando que 70% de la gente trabaja en estas dos ramas, pues no quedó prácticamente nadie. Dieron vacaciones en las empresas y las escuelas están de verano. Descansaron a la mitad de los automóviles y les quitaron la visa a los estudiantes extranjeros.
Dentro del montaje chino titulado “Los mejor educados” pusieron altas multas a quienes se atrevieran a escupir o dejar que los bebés hicieran del baño en la calle. Prepararon para los ojos del mundo una China ordenada, sin tráfico, sin basura. Lo lograron con una población obediente y respetuosa de las reglas.
Quisieron dar su mejor cara y demostrarle al mundo que Beijing es seguro, amigable, limpio, de primer nivel. La proyección es que esta ciudad sea la más visitada del orbe en 2020.
Quienes viven aquí desde hace años, disfrutan el nuevo Beijing, al menos el montado para los Juegos, aunque dicen extrañar a la ciudad real.
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