Méxco, D.F. / Octubre 26.-
Carlos Slim y Andrés Manuel López Obrador lo buscan para platicar con él de beisbol. El ex presidente Adolfo López Mateos hacía lo mismo para hablar de box. Se carteaba con Casey Stengel, el manager que ganó cinco series mundiales al frente de los Yanquis. Narró juegos de pelota que no vio y tuvo más radioescuchas que los competidores que estaban en el estadio.
Arriba del ring le ponía el micrófono en la boca a Joe Louis, cuando el campeón mundial estaba a punto de exponer su título. Beto Ávila le regaló el bat con el que fue líder de bateo en la gran carpa. En Estados Unidos le ganó a una computadora repleta de datos del rey de los deportes. Un estadio de Querétaro lleva su nombre, lo mismo que una calle de Parral, Chihuahua. Dice que tiene sangre azul y que es tío de Diego Fernández de Cevallos, aunque este último sin alcurnia.
Presume que su familia tiene dos yates, y que su hermana compró hace 60 años un óleo de El Greco en 80 mil dólares, que hoy vale 20 millones de billetes verdes. Jura que puede irse a vivir a Europa cuando se le dé la gana, pero todavía reside en la colonia Lindavista, en la misma casa que le regaló Rómulo O’Farril hace medio siglo.
Por supuesto que se trata de Pedro “Mago” Septién, de 93 años, quien a partir del miércoles comentará desde México, para Televisa, la Serie Mundial de Beisbol, la número 55 en su carrera profesional. Afirma que “pagaría por no hacerlo, porque ahora los juegos duran cuatro o cinco horas, es un fastidio…”.
El hombre de las ligas
Mientras se desarrolla la entrevista, recibe una llamada telefónica que parecía estar esperando. A través del aparato pide que le proporcionen trajes a su medida y “camisas del 14 y medio”. Cuando cuelga, dice que hablaba un empleado de Televisa para afinar detalles de su participación en la serie. Comenta que la empresa le proporciona la vestimenta y él se encarga de agregar un reloj de oro, un anillo de brillantes rodeando una esmeralda y un pisacorbatas que dejan a todo mundo boquiabierto.
Le pregunto quién ha dado más: Televisa al Mago o viceversa. Responde: “Mira, yo inauguré el Canal 2; fue el día de mi santo, el 15 de marzo de 1952. Si Azcárraga (Vidaurreta) no salía al aire, le quitaban la concesión. Yo le dije que arrancáramos con el beisbol”.
Muestra recortes de periódico en los que se anunciaba su nombre como cronista radiofónico de Serie Mundial, “cuando había chorros de dinero”, sin importar quiénes jugaban.
Y presume una añeja votación en la que él aparece en el primer lugar de las preferencias del público: “Mago Septién: 11,391; Fernando Marcos: 3,358; Agustín González Escopeta: 340; Cristino Lorenzo: 291; Sony Alarcón: 139, y Ángel Fernández, 58. Le pregunto a quién cederá sus legendarias libretas de apuntes, amarradas con ligas. “Las voy a quemar, si no, se fusilan todo”. Se ufana de poder levantarse de la cama a las 12 del día y de “no ser un jornalero del micrófono”.
México, paraíso de caciques
El Mago observa a México como “un paraíso de caciques y de abogados sin clientela; esos son nuestros políticos”.
Le pregunto en cuántas películas participó y responde: “No hables de esas cochinadas, mejor di que tuve un tío arzobispo que está en proceso de santificación”. Minutos después aparece en su álbum un anuncio a toda plana de el beisbolista fenómeno, con Adalberto Martínez Resortes y una aparición especial de Pedro Mago Septién.