México, D.F.-
Luego de años de gestiones a nivel directivo ante la Confederación Sudamericana de Futbol (CSF), la Selección Mexicana de futbol fue admitida como invitada permanente a la Copa América, torneo al que llegó como víctima, para convertirse en verdugo y sorpresa en Ecuador 1993.
En su primera participación en la máxima justa a nivel de selecciones nacionales en América, México, que venía de obtener su pase a la Copa del Mundo Estados Unidos 1994, llegó como un equipo del cual no se esperaba mucho en tierras sudamericanas.
El poco conocimiento del balompié “azteca” y el desprecio hacia éste en el cono sur hizo presagiar que México quedaría eliminado en la primera fase, donde enfrentó a Colombia, que contaba con la generación tal vez más importante en toda su historia, además de a la siempre poderosa Argentina y a Bolivia.
Pero el embalaje que tenía el Tricolor, así como la calidad y el momento por el que atravesaban gente como Jorge Campos, Alberto García Aspe, Benjamín Galindo, Luis Roberto Alvez “Zague” y la experiencia de Hugo Sánchez, le permitió ir creciendo poco a poco y llegar hasta alturas insospechadas.
El debut de México se llevó a cabo el 16 de junio en el estadio 9 de Mayo en Machala ante Colombia, un rival que tenía entre sus filas al legendario Carlos “Pibe” Valderrama, Adolfo “Tren” Valencia y Freddy Rincón, entre otros.
Y aunque el cuadro “cafetero” se fue al descanso con la ventaja en el marcador, México, con un buen futbol, logró el empate por medio de “Zague”.
Todo parecía indicar que se iniciaría con una repartición de puntos, no obstante, una polémica jugada en un tiro de Víctor Aristizábal, en el que el balón nunca rebasó la línea de gol, le dio el triunfo a Colombia 2-1.
Esta derrota fue un golpe duro en las aspiraciones de los dirigidos por Miguel Mejía Barón, ya que en su siguiente compromiso estaban obligados a sumar unidades, tarea complicada pues debían enfrentarse a Argentina, campeona defensora del certamen.
En el Estadio Monumental de Barcelona, en Guayaquil, México y Argentina se vieron las caras por primera vez en el certamen, y para sorpresa de propios y extraños el Tricolor, con un futbol inteligente, vertical y práctico, derrotaba parcialmente 1-0 a la “albiceleste” con gol de David Patiño.
El sueño de una victoria sobre la poderosa Argentina del técnico Alfio Basile no se cumplió y terminó con el empate 1-1, con lo que México fue cimentando el respeto que al final Sudamérica le brindaría.
El Tricolor se clasificó a la segunda fase como uno de los mejores terceros lugares al llegar a dos puntos tras el empate a cero goles ante Bolivia, en el último partido de la primera fase.
Clasificarse a la segunda ronda era algo que sobrepasó por mucho las expectativas generadas en el público y la prensa mexicana en general, no así para el grupo de jugadores que confiaban en su capacidad individual y en su trabajo colectivo.
El rival en cuartos de final fue Perú, selección a la que México derrotó 4-2 de manera clara, contundente, con un despliegue de futbol espectacular y una actuación sobresaliente de Galindo, Aspe, Patiño y “Zague”, quien anotó uno de los goles más hermosos de la justa.
Ya con la mirada y el reconocimiento puesto en México de parte de la prensa y la afición de Sudamérica, el último obstáculo que debía soslayar antes de llegar a la final era Ecuador, anfitrión y uno de los favorito para alzarse con el título.
El ser considerado inferior nunca le inquietó al Tri, y en una lluviosa noche, que pareció presagiar y llorar la derrota local, México, con goles de Hugo Sánchez y Ramón Ramírez, dio cuenta de Ecuador, para así hacer historia y plantarse en la final del torneo.
Por primera ocasión en la vida futbolística de México, un representativo nacional lograba llegar a la final de un torneo oficial avalado por la Federació Internacional de Futbol Asociación (FIFA) y este equipo lo hizo con clase, garra y buen futbol.
La tarde del 5 de julio fue la fecha, el estadio, nuevamente el Monumental de Barcelona en Guayaquil, la sede del duelo entre México y Argentina, que intentaba refrendar su título ganado en Chile dos años atrás.
Sólo dos muestras de contundencia del goleador Gabriel Omar Batistuta le negaron a México tener un debut de ensueño en Copa América y se conformó con el subcampeonato, tras caer 2-1 ante la experiencia de la “albiceleste”.
Pero esta primera participación era sólo el presagio de lo que en el futuro México sería capaz de hacer, para convertirse en un protagonista e invitado incómodo, al establecerse como la tercera potencia futbolística en el nuevo continente.
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