Había lágrimas en sus ojos. El sueño de una vida se había cumplido por fin, ocho medallas de oro en una sola edición de Juegos Olímpicos y su nombre en los libros de historia olímpica. Michael Phelps permanecerá en la memoria colectiva no sólo por lo que hizo, sino cómo lo hizo.
Cuando el nadador estadounidense dio a conocer al mundo su sueño de romper el récord de Mark Spitz muchos dijeron que era imposible y cuando falló en Atenas 2004, esas voces se regocijaron. Pero volvió a la piscina a trabajar más duro y en estos Juegos Olímpicos escribió una de las historias más dramáticas.
A pesar de que el estadounidense de apenas 23 años llegó a Beijing como la figura más dominante de la natación, el camino al récord no fue sencillo, e incluso estuvo a punto de perderlo en dos ocasiones.
El primer susto se dio en el relevo de 4 x 100 metros libre, había transcurrido apenas un día desde que ganó su primer medalla en el 400 combinado individual y de pronto su sueño podría acabar.
Por delante del último relevo estaba el poseedor del récord mundial en los 100 metros libres, el francés Alain Bernard, con todas las armas para llegar primero a la pared y darle a su país la medalla de oro.
Detrás de él, el estadounidense Jason Lezak, quien nadó con todas sus fuerzas para darle alcance, lo que sucedió apenas a unos 15 metros antes de terminar la prueba y en la última brazada logró sacarle el triunfo apenas por ocho centésimas.
Una llamada de atención que le decía que nadie es invencible y le mostró lo vulnerable que su récord podía ser. El trabajo en equipo lo sacó a flote.
La segunda advertencia llegó el día que igualó el récord de Mark Spitz, en los 100 metros mariposa. El serbio Milorad Cavic lo presionó durante toda la carrera sin dejarle adelantarse. Ambos nadadores llegaron codo a codo a la pared y el final fue tan cerrado que a simple vista los aficionados no pudieron distinguir al ganador.
Phelps salió victorioso por tan sólo una fracción de centésima, Cavic cronometró 50.59 segundos y el estadounidense 50.58.
Esta fue la única de sus cinco pruebas individuales y tres relevos en la que no logró romper el récord mundial. Sin embargo, gracias a ella ganó el bono de un millón de dólares de parte de su principal patrocinador, Speedo.
Aunque el verdadero sueño del nadador no se ha cumplido.
“Deseo que la natación sea uno de los deportes más populares, mis amigos me dijeron que pasaron mi carrera en vivo en una pantalla gigante durante un partido de beisbol”, dijo Phelps tras ganar la séptima presea. “Vamos poco a poco”, agregó.
Aunque su deporte todavía no es uno de los más populares, después de la octava medalla de oro las cosas comenzarán a cambiar gracias a su persona. Como el baloncesto con figuras como Magic Johnson o Michael Jordan.
Su hazaña inspirará a otros a tratar de seguirlo y tal vez en algunos años, un nuevo nadador levantará la mano y dirá que puede ganar nueve medallas de oro en una edición de JO.
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