México, D.F. / Oct. 4
La personalidad convertida en luchador. Con esa frase puede describirse a Mil Máscaras, un gladiador que nació grande y que es una leyenda viviente de la lucha libre mundial.
En plática con esta casa editorial, Mister Personalidad admite que el precio del éxito ha sido trabajar más que los demás.
“La lucha libre es todo para mí, me he entregado a ella completamente, porque es una profesión extraordinaria que me ha dado todo y con gusto pago el precio. Debuté con la intención de hacer historia y ser figura”.
Dotado de una cultura infinita, el mítico gladiador comparte en cada frase una experiencia de vida: “En las universidades doy conferencias donde les explico a los estudiantes que un título universitario no significa tener una gran educación y cultura, que hay que prepararse todo el tiempo”.
En los años 60, Valente Pérez, director de una revista, concibió la idea de un luchador mexicano llamado Mil Máscaras que triunfaba en todo el mundo, y que vendría a México. La expectación creció. El problema era que tal esteta no existía y había que encontrarlo.
Apareció un joven potosino que no sólo era fisicoculturista, sino también luchador olímpico y judoka, ideal para personificar a Mil Máscaras: “Sabía luchar pero no romperme la madre, y eso lo aprendí con El Diablo Velasco”, confía.
Así llegó el debut en la arena Coliseo de Guadalajara, en abril de 1965, experiencia que relata el legendario luchador: “Fue algo extraordinario y muy fácil, porque yo estaba preparado. Aliado con Rolando Vera, pasé el examen sin problemas”.
Había nacido una estrella
Mil Máscaras nació gigante y con la fama como su eterna compañera, pero sin dejar que lo abrumara. “Al que se le sube la fama a la cabeza es un tonto. Yo tengo los pies bien plantados en el piso. Mi madre me dijo una ocasión que entre más fama, poder y dinero tuviera, debía ser más humilde”.
Su figura es inconfundible y despierta idolatría a su paso: “Tengo la extraordinaria ventaja de ser bien recibido a donde quiera que voy, y de eso no te cansas”.
Uno de sus grandes triunfos fue convertirse en el primer luchador independiente de la historia: “Puedo decir con orgullo que lo mismo luchaba en una arena pequeña en México, que en el Madison Square Garden de Nueva York y el Tokyo Dome de Japón, siempre en la lucha estrella”.
Tal experiencia le permite evaluar a la lucha libre actual: “Ahora les gusta volar mucho, pero se arriesgan tanto que a cada rato están en el hospital; los muchachos saben luchar, pero parece que les da flojera hacerlo”.
Y aunque lleva 43 años en los encordados, no piensa en el retiro: “Mientras mis piernas y mi físico respondan, voy a subir a un ring. Después tal vez hablemos de un nuevo Mil Máscaras“.
El hombre detrás de la máscara
Detrás de la magia que irradia su incógnita, se esconde una persona llena de amor por el arte: “Soy una persona normal con una gran pasión por la pintura; tengo 170 pinturas listas para ser expuestas”.
El hombre y el personaje han pactado un idilio eterno con las letras: “La escritura es una pasión, he escrito varios argumentos para cine y cuatro libros que esperan ser publicados”.
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