Tenía una mano perfecta y la hizo valer. El nadador estadounidense Michael Phelps, gran aficionado al poker, desplegó sus cuatro ases y un comodín para empezar a escribir la historia olímpica.
Phelps no sólo ganó el oro en los 400 metros combinado individual sino que además lo hizo con un nuevo récord mundial: 4 minutos y 3.84 segundos.
“Cuando arrancó la competencia empecé a sentir un escalofrío, en ese momento supe que podía lograrlo”, dijo emocionado Phelps en la zona mixta, donde por poco se produce un caos debido a toda la prensa que se arremolinaba para entrevistarlo.
Como un tiburón desde el carril cuatro, se divirtió un poco con sus adversarios. Los caló para ver hasta dónde podían llegar y si su mano era tan buena como la de él.
Durante los primeros 100 metros, dejó que el húngaro Laszlo Cseh, quien terminó con la plata (4m06.16s), lo retara en el carril contiguo, nadando codo a codo en la primera parte del combinado, la mariposa.
El otro estadounidense, Ryan Lochte, eterno rival de Phelps, hacía también su mejor esfuerzo, blofeando un poco, tal vez tendría bajo la mano una buena carta.
Durante el dorso parecía que Ryan se abriría para sorprender a su compatriota, pero no fue así y terminó con el bronce al tocar la pared en 4m08.09s.
Al iniciar los 200 metros, Phelps tenía ya la mano ganada, tocó la pared y aseguró su tercer as, en pecho.
La gente enloquecía y sus voces asemejaban el rugido de un dragón de mil cabezas.
Mientras tanto, el estadounidense comenzaba a despegarse del húngaro justo cuando tocó la pared para hacer la flecha bajo el agua, cuando la cabeza de Pheps salió a la superficie, su visión era perfecta. No tenía a nadie a sus costados.
Así se fue para los finales 300 metros donde el estilo libre fue el último as bajo la manga que desplegó en el Cubo de Agua. No había nada que hacer para sus rivales, más que ver de cerca cómo se empezaba a escribir la historia.
En las gradas, el presidente de su país, George W. Bush ondeaba una bandera estadounidense, mientras el público enloquecía ante este despliegue patriótico, aunque después el himno de su país en la entrega de medallas no tocara completo debido a una falla de sonido.
“Ver al presidente ondeando la bandera en las gradas fue un sentimiento muy especial”, manifestó sonriente el nadador estadounidense.
Para Michael las cartas estaban echadas desde un día antes. En la clasificación, Phelps tocó la pared con un tiempo de 4m07.82s, para así reemplazar la marca olímpica anterior que era de 4m08.25s y también pertenecía a él.
El estadounidense nadó desde el carril número cuatro, y aunque los primeros 25 metros parecía que tendría buena competencia de parte del australiano Travis Nederpelt, pero se trató de una mera ilusión.
Tras la primera vuelta Phelps comenzó a ejercer un claro dominio, y para los 150 metros ya le había sacado un cuerpo a su más cercano rival en ese momento, el húngaro Gergo Kis. A falta de 50 metros para que terminara la prueba el estadounidense comenzó a aflojar.
En la final, rompió su propio récord mundial, que era de 4m05.25s, impuesto el 29 de junio de 2008 en el selectivo estadounidense de natación en Omaha.
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