México, D.F. / Oct. 27
Antes de comenzar el actual torneo, Ramón Díaz buscó hasta el cansancio un defensa central extranjero para el América. Sebastián Domínguez lo convence poco y nada.
Esta noche, el Oso comprobó que su compatriota no se equivocó.
Porque el zaguero argentino llegó tarde a aquel balón que Sergio Ávila le puso a Omar Arellano para que confirmara que doblegar a las Águilas es algo que la nueva Pina trae en la sangre, que es parte de su estirpe.
“Mi abuelo (Raúl Arellano, miembro del ‘Campeonísimo’) y mi padre (Omar Arellano, quien jugó en el equipo que se proclamó monarca en la temporada 1986-1987) no perdían los Clásicos… Espero seguir así”, declaró el nuevo ídolo rojiblanco durante la semana. “Cargo con el peso del apellido y es un orgullo para mí”.
Lo que explica la intensidad de su festejo tras la anotación (74’) que le dio la victoria al Rebaño Sagrado (2-1).
Justo cuando el rival parecía controlar las emociones, estar listo para dar la puntilla a un chiverío que comenzaba a pagar el precio del viaje y partido a media semana en Argentina, así como de no saber sacarle provecho al letargo en el que metió al América durante la primera media hora.
Ese que se debió al vértigo que el Guadalajara imprimió desde el silbatazo inicial de Paul Delgadillo. Los tapatíos sabían bien que el cansancio reflejado durante algunos minutos del complemento era inevitable, por lo que decidieron dar su resto en los albores.
Y al América no le quedó de otra más que embriagarse con el conjuro preparado por las Chivas, aunque éstas jamás supieron qué hacer cuando durmieron a su acérrimo rival.
El primer gol de Arellano (12’) no alcanzó más que para soñar con alcanzar el tercer lugar del “Grupo de la Muerte” durante 20 minutos… Hasta que Domínguez pareció restregarle su desconfianza al “Pelado” con aquel sólido frentazo (32’), pero volvió a equivocarse en el momento más inoportuno.
Al igual que Enrique Vera, cuyo rostro fue de los más desencajados tras el final.
El volante paraguayo fue la principal apuesta de Díaz, el único refuerzo que el estratega amarillo realmente trajo… Y erró de forma grotesca lo que era el transitorio 2-1 en favor de los capitalinos.
Acción tras de la que Ramón Díaz pareció arrancarse el cabello a causa de la desesperación.
El torneo se les ha ido a los amarillos como agua entre las manos. Con tres partidos aún por delante en el Apertura 2008, el equipo –dentro de su sector— que menos lejos está de ellos (Pumas) les lleva cuatro unidades, sin olvidar que universitarios, el Cruz Azul y los Tecos aún tienen un duelo pendiente.
Mientras que las Chivas han vuelto a confirmar que el Clásico de clásicos no se gana con la boca. Se gana teniendo los pantalones bien puestos, tal como lo han hecho en dos ocasiones durante los más recientes cinco días.
Ese temple del que carece Domínguez y sus compañeros.
El Pelado tenía la razón…
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