México, D.F. / Marzo 1.-
Espontáneo, como el clamor de su ingeniosa afición, Dante López sorprendió a la desorientada zaga de Tigres y con la cabeza cazó el trazo largo de Efraín Juárez, suficiente para fulminar, en pleno vuelo, al hasta entonces inspirado “Conejo” Óscar Pérez.
“¡Dante, eres jugador de un instante, pero gracias!”, le gritó un rítmico fanático universitario, cuando el delantero paraguayo abrazó al presidente felino, Víctor Mahbub, en la escalinata que da al vestidor de Pumas, ya con la agónica victoria (2-1) en la bolsa y el rescate a su estratega.
Ricardo Ferretti, cuya cabeza pendía de un hilo, abandonó cabizbajo la cancha del estadio Olímpico Universitario. Procuró pasar desapercibido, y es que los cambios se los guardó demasiado. Los ajustes vinieron después del golazo de Lucas Lobos, quien de tiro libre (79’) había dado el empate momentáneo a los desesperados norteños.
Con apenas dos minutos en la cancha y a falta de tres más para el silbatazo final, López recibió su primer balón. Lo pateó Juárez desde la banda derecha y Dante rompió el cero que lo había condenado a la banca.
“Sentí una emoción muy grande. Fue la primera pelota que toqué y gracias a Dios terminó adentro”, celebró el guaraní. “El centro vino un poco retrasado, era la jugada que habíamos practicado en la semana”.
Empapado en sudor, como si hubiera participado los 90 minutos, López no dejaba de sonreír, porque su primera anotación en el Clausura 2009 rompió una racha de seis juegos sin victoria, incluido el descalabro de media semana contra Cruz Azul, correspondiente a la desdeñada Concachampions.
Por increíble que parezca, Pumas salió del sótano y se metió en la pelea del Grupo 2, donde ahora todos sus rivales están a tiro de piedra.
Pero amén del agónico éxito, el cuadro capitalino hizo más que su rival por el resultado.
De vuelta Sergio Bernal bajo los tres postes, Pumas recuperó confianza en zona baja y Leandro inyectó salida y orden a la media cancha auriazul.
Mejor aún, Ferretti devolvió la confianza al “Zurdo” Fernando Morales y lo único que desentonó fue la pareja ofensiva, conformada por Martín Bravo y Francisco Palencia, quienes —por insólito que parezca— no se dieron un pase en todo el partido.
Ya “El Cachas” Íñiguez se había perdido un mano a mano frente al Conejo, quien también supo desviar un martillazo a boca de gol de Martín Bravo.
En el intercambio futbolístico, Bernal contuvo un intento de Ariel Bogado a pase de Lobos.
Mas, al 23’, Fernando Morales recibió solo por izquierda y ante la complacencia del Gringo sacó un zurdazo colocado que pegó en el poste y se metió. “Sí, no la pensé, en cuanto la controlé quise tirar y qué bueno que me salió”, relató el mediocampista.
La anotación sacó a José Pekerman del banquillo regiomontano. Pálido, con los ojos enrojecidos, el técnico se mostró enfermo, como el accionar del equipo que intentará salvar.
En cuestión de números, los divorciados Palencia y Bravo se perdieron un par de dianas cada uno. Hasta que en una falta de Juárez sobre Bogado, Lobos empató el juego, al dibujar su tiro, por encima de la barrera, que fue a parar en las redes.
Y volvió el desaliento de siempre, interrumpido por Dante, cuyo infierno —Y el de Tuca— por fin acabó.
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