Cancún, Q.R. / Noviembre 6.-
Fue una transformación tan dulce como sorprendente. Las guerreras que hicieron frente a la poderosa selección de Estados Unidos mutaron en princesas cuando llegó el silbatazo final de la árbitro Dianne Ferreira.
Apareció el llanto contenido durante varios minutos, esos en los que defendieron con ahínco el maravilloso 2-1 que construyeron durante la primera mitad.
México clasificó por segunda ocasión al Mundial Femenil Mayor (no lo hacía desde 1999) de la mano de un grupo de mujeres convencidas de lo que podían hacer, para las que no existieron límites.
Leonardo Cuéllar es el arquitecto de la realidad que hizo cimbrar al estadio Beto Ávila. El director técnico del Tricolor Femenil tampoco se contuvo, no había motivos para hacerlo. Era momento de sacar todo el coraje acumulado por las pocas esperanzas que se le daban a su equipo, sobre todo después de perder ante Canadá (0-3), en el último partido de la primera fase en este Premundial.
El lunes volverán a encontrarse, pero en un escenario muy distinto. Las niñas mexicanas lo harán con la satisfacción de haber dado uno de esos golpes históricos para el balompié nacionales, ese que los varones han sido incapaces de asestar.
Maribel Domínguez inició todo, como ha sido costumbre en la época contemporánea del futbol femenil. Su certero remate alimentó la ilusión. Apenas era el segundo minuto, pero México mostró que las bicampeonas mundiales la pasarían mal, quizá más de lo que imaginaron.
Jamás habían perdido ante el Tricolor en 21 enfrentamientos, lo que da más valor a lo sucedido la noche de este viernes.
“Este era el partido en el que teníamos que creérnosla”, sentenció Marigol. “Debíamos jugar al tú por tú contra Estados Unidos, que sabemos que es una potencia mundial, pero en casa lo hicimos bien y ganamos el partido”.
Lo que lograron con base a un gran temple. El vendaval se desató sobre la portería de Erika Vanegas, pero resolvió la mayoría de las ocasiones generadas por las adversarias. Las otras fueron desviadas por sus defensas.
Carli Lloyd fue la única que pudo vencerla (25’), tras una serie de rebotes en el área verde. Todo se generó tras un saque de esquina. Otra vez, una pelota parada, mal endémico del balompié nacional.
Parecía el inicio del fin, pero Verónica Pérez remató aquel servicio un minuto después. Cuando Estados Unidos todavía gozaba el empate en el marcador, México le clavó otra daga en el corazón. Más profunda que la primera.
Las favoritas intentaron reaccionar, pero la de este viernes era la velada de las guerreras mexicanas, no la iban a dejar ir.
“Es el partido más importante de mi carrera”, atinó a decir Cuéllar, en medio de la lluvia de abrazos que recibió por parte de sus jugadoras, las princesas cuyas lágrimas fueron el lenguaje en el que expresaron el júbilo que les generó el logro que obtuvieron con su ímpetu y buen futbol.
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