México, D.F.-
Hay alguien en el estadio Olímpico Universitario, que no descansa. Brinco y brinco, un alto y espigado sujeto, anima a sus Pumas sin cesar. Playera áurea, con el emblema azul, suéter amarrado a la cintura, bufanda, lentes oscuros, gorra negra y un pumita de juguete asido en el cuello.
Aún hay más: en la mano derecha lleva una Copa del Mundo de plástico; en la izquierda, una cerveza.
Le llueve de todo de la tribuna avecindada con el pebetero, pero el hombre no modifica su ímpetu. Ni siquiera cuando los Gallos Blancos le empatan a sus adormilados felinos.
De pie durante todo el partido, tiene más espacio para plasmar sus visiones. Porque el inmueble universitario está cada vez más lejos del lleno. Así, son pocos los que reclaman el 1-1 al término de los 90 minutos.
Plagado de altibajos, Pumas encuentra la vía del éxito a temprana hora. Sobre el minuto 13, Javier Cortés proyecta un centro que caza Juan Carlos Cacho. Incómodo y todo, coloca el esférico fuera del alcance de Liborio Sánchez.
La jugada prende a la tribuna y nuestro amigo salta, permanentemente con los brazos en forma de cruz, sin soltar la Copa del Mundo ni tampoco la espumosa y mareadora bebida de lúpulo y cebada.
Lo malo es que, pronto, el referido Cacho sale del campo lesionado. “Recibió un golpe en la cadera que le impidió seguir jugando, aunque esperamos recuperarlo pronto”, informa el técnico Guillermo Vázquez.
Conforme corren los minutos, los Pumas se acomodan y el Querétaro encuentra espacios y, aún sin orden, encima hasta encontrar la suya.
Sobre el minuto 53, Sergio Amaury Ponce aprovecha un rebote y saca potente disparo cruzado, que supera el lance del meta Alejandro Palacios.
“El equipo sufre bajones que cuestan. Y cuando uno no genera, al final, cualquier cosa puede ser”, lamenta Memo Vázquez, molesto porque sus Pumas acumulan seis juegos sin victoria en el Clausura 2012, con apenas siete puntos, dos más que Gallos, en el sótano de la tabla general.
“Ganando dos o tres partidos más podremos estar salvados, pero no pensamos en el descenso, sino en triunfar”, justifica el técnico visitante, José Saturnino Cardozo, mientras en la tribuna, ya sin gente, sólo permanece la copa del mundo de plástico y el envase de cerveza vacío.
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