Guadalajara, Jal. / Octubre 29.-
“Por sus obras lo conoceréis”, dicta una cita bíblica, y a la hora de hacer el corte de caja, el balance entre el deber y el haber para Omar Bravo quedará en números rojos, si mantiene la constante que ha tenido desde que volvió a vestir la camiseta de las Chivas del Guadalajara.
Queda claro que no es el mismo que cuando se fue a su aventura en el Riazor. Su camiseta porta dos veces el número que tenía antes de emigrar a España, pero en cuanto a goles se refiere, su productividad no se compara a cuando su espalda portaba un solo dígito.
Pero lejos de agobiarse, de darse de topes contra la pared y lamentarse por no cumplir con lo que se exige a los delanteros —goles—, Bravo prefiere ponerle el pecho a las balas.
“A un delantero se le juzgará por los goles, pero en este equipo, trato de disfrutar mi profesión en cualquier posición en que esté y trato de hacerlo lo mejor posible. Yo respeto las opiniones, pero para mí, el equipo es primero”, indicó.
Evitó que este argumento se tomara a justificación barata: “Quiero dejar en claro que no es ninguna excusa, si van a juzgar, aquí estoy y pongo el pecho a las balas con quien sea. Mi labor es meter goles y pesar a la ofensiva; eso lo tengo bien claro. Debo llegar al área, tengo que hacer algo diferente, tengo que meter goles”, justificó.
Aceptó que una de sus funciones es jugar como delantero, pero no como eje de ataque, posición en la que marcó más de 100 goles para Chivas, y aunque le incomoda, no ha recibido la oportunidad de negociar un punto medio con el técnico.
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