México, D.F.-
El 7 de junio de 1993 el basquetbol se encontraba de luto. Ese día se anunciaba la muerte de Drazen Petrovic, uno de los elementos más técnicos y exquisitos que se recuerden en las duelas de la NBA gracias a su enorme calidad.
Proveniente de Croacia, este jugador europeo fue uno de los primeros en atreverse a incursionar en el baloncesto profesional en Estados Unidos, donde llegó en 1989 para formar parte de los Blazers de Portland. Tras no poder adaptarse al estilo de juego de Portland, su éxito en la liga se materializó cuando fue traspasado a los Nets de Nueva Jersey, en donde mostró la razón por la cual varios equipos hubiesen preguntado por él cuando jugaba en las ligas europeas.
Dueño de una habilidad asombrosa para realizar pases de fantasía, un manejo de balón excelso y uno de los disparos más mortíferos de larga distancia que se recuerden. El apodado ‘Mozart del Baloncesto’, murió trágicamente en un accidente automovilístico, justo cuando se encontraba en la cima de su carrera, a los 28 años de edad.
Tras su deceso, el inmortal número 3 que portó con los Nets fue retirado en 1993, dejando su huella plasmada en la historia de esa franquicia.
Uno de los episodios más recordados fue el que protagonizó al lado de su entonces mejor amigo, el pívot Vlade Divac, en la final del Mundial de 1990 en Argentina. Tras ganar el campeonato, Divac arrojó al suelo una bandera de Croacia, en una acción que tuvo gran revuelo internacional debido a la Guerra de los Balcanes. Gracias a este suceso la amistad entre Divac y Petrovic quedó destrozada, debido a los sentimientos nacionalistas del croata.
Reconocido por compañeros y rivales como un jugador que siempre dejó todo en la duela, a 20 años de su fallecimiento sigue siendo recordado como uno de los mejores basquetbolistas europeos en NBA de todos los tiempos.