San Salvador, El Salvador / Junio 6.-
No lo duda. Carlos de los Cobos imagina el instante del reencuentro con Javier Aguirre, su amigo de la juventud.
Será hoy en el estadio Cuscatlán, después de la ceremonia de los himnos.
“Me va a dar un gusto encontrarme con él y darle un abrazo —comparte el estratega de El Salvador— porque yo tengo claro cuál es mi papel en este momento y estoy tranquilo. Pero reencontrarme con un amigo siempre es grato”.
Serio, sencillo, De los Cobos ha madurado como persona. El entorno, las dificultades, lo han ayudado.
Mas, ante la circunstancia de enfrentar a su país y al amigo de toda la vida, Carlos pone a trabajar la memoria: “Somos gente que nos conocemos de hace muchos años…”, dice.
“Convivimos muchas cosas en Selección Nacional y en el Club América. Incluso fuimos campeones de una universidad juntos en el 79, en México. Javier era delantero en ese momento y yo un volante”, relata.
“Compartimos muchas cosas, llegué a estar en su casa, conocí a su novia, que se hizo su esposa, Silvia. A sus padres, a la familia, a la que tuve el gusto de conocer. Gente decente, un tipo educado. Me parece una buena persona”, añade.
Reflexivo, repleto de remembranzas, afloran los añejos logros, al lado del amigo, al tiempo que Carlos prepara su propia batalla. La comparte…
“Como mexicano para mí va a ser un día especial, porque no es común que un técnico enfrente a la selección del país donde nació. Lo vimos con (Ricardo) La Volpe en el Mundial de Alemania, en donde dirigiendo a México encaró a Argentina. Hoy el profesor (Marcelo) Bielsa lo hace dirigiendo a Chile, pero son casos esporádicos. Para mí es una situación especial, aunque también tengo claro que es parte del trabajo que uno realiza. Son los riesgos que uno corre cuando dirige en el futbol”.
Por lo pronto, “tengo que separar el aspecto sentimental del profesional, ser frío para poder concentrarme en el trabajo y hacerlo lo mejor posible en beneficio de la selección. Así lo he asumido, así lo entiendo y estoy muy tranquilo por eso”.
Además de los sentimientos, Carlos reconoce que representa una doble dificultad el hecho de enfrentar a un equipo que estrena técnico y, peor aún, del corte y capacidad del “Vasco” Javier Aguirre: “Cuando hay un técnico nuevo hay un cambio de actitud en el jugador y es normal”.
Sin embargo, recalca la urgencia de los salvadoreños por ganar mañana.
“Es muy importante, porque sin meterme en detalles, los dos primeros partidos debimos ganarlos. Fuimos mejores, pero no se ganaron. Dejamos puntos en casa y eso para el partido del sábado es necesario: ganar para meternos en la pelea”.
Y pese a que procura soñar con guiar al equipo azul al Mundial de Sudáfrica, sabe que el fin de su proceso en El Salvador está cercano.
“Mi contrato vence en diciembre y considero difícil que pueda continuar, porque entra gente distinta a la federación, con otros proyectos. Pero he vivido aquí muy contento, agradecido con la gente y con la satisfacción de contribuir con mi granito de arena para que el aficionado recobrara la confianza en su equipo, en su selección”.
Percibe su adiós. Lo intuye…
“He madurado como persona, como técnico, he aprendido mucho en estos casi cuatro años que estoy por cumplir en El Salvador. Esta etapa me ha servido para madurar y aprender”.
Eso sí… “quiero cumplir el compromiso que tengo aquí; tuve la posibilidad de ir a dirigir a México, pero no podía dejar este compromiso y menos cuando hemos crecido y mejorado”.
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