México, D.F. / Marzo 15.-
Amarillo es el clásico joven, amarillo es el estadio Azul, amarillo es el hijo americanista que llaman Cruz Azul. Un hijo que sufre cada víspera de duelo ante las Águilas y se oculta para no comprometerse. Que si ya son 10, 11, 12, 13, 14 juegos sin vencer al América, que si no lo hacen desde el 2003 en la Liga, que si desde 2002 en el recinto de la colonia Nochebuena. Todo reducido a una costumbre: humillarse ante el América, hoy 3-1, mañana por el marcador que sea.
Vergüenza. Al menos eso es lo que dijo Benjamín Galindo, técnico de los cementeros, tienen con la afición. “Me siento en deuda, la gente esperaba el partido y lamentablemente estamos en deuda con ellos”.
Un afición dividida. Una en fase de negación, que se abstrae del resultado y corea en oles los pases de un equipo que pierde por tres al medio tiempo. La otra en resignación, capaz de abandonar el estadio en el momento que sus azules recortan la ventaja gracias a un penalti inexistente que cobra Zeballos para el 1-3 final.
Diferencias por todos lados. Cruz Azul no aprende a salir a morirse en un juego que sus otrora ídolos hicieron que se le bautizara como clásico joven, un clásico que matan, porque para nombrar así a un duelo debe haber choque de fuerzas y de los cementeros sólo hay pleitesía hacia los de Coapa.
América, no es mejor que hace una semana, simplemente ahora enfrentó a su hijo, y lo hizo con un Cabañas inspirado. Capaz de poner todo en orden desde el minuto seis y luego de una pausa en la que Ismael Rodríguez hizo el 0-2, volver con un tiro al ángulo para el 0-3. Todo en menos de 35 minutos. “No es posible que nos metan tres goles en 30 minutos”, diría aún Galindo, que cada vez se resigna más a ver como su equipo da vida a un América en desgracia. “Siempre andamos mejor un partido antes y a la hora buena les damos vida”.
Y es que el resultado, pese al descuento es muy claro, “América nos ganó bien”, diría el timonel, aunque aún busque alguna excusa en el juez central. “El árbitro dejó mucho que desear, le faltó personalidad”.
Quizá el problema celeste sea de responsabilidad, de entender el orgullo de la institución, de plantearse de manera correcta las respuestas a las preguntas que aún evaden. A Galindo se le preguntó ¿La playera de América pesa más? – No creo, a mí se me hace más bonita la de Cruz Azul.
Respuesta que explica el porque amarillo del clásico joven, amarillo del estadio Azul, y por supuesto el amarillo de ese hijo americanista que llaman Cruz Azul.
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