Reynosa, Tamps. / Marzo 15.-
El matador José Mauricio resultó el triunfador absoluto de la primera corrida del 2009 en la Plaza de Toros Reynosa. El torero capitalino salió inspirado al ruedo y cortó tres orejas y un rabo.
José Mauricio fue el tercero en salir al ruedo. Su primer enemigo fue GAF, de la ganadería Mendoza. El matador hizo poco ruido con el capote y la lluvia amenazaba con arruinarle el festejo. Enseguida escuchó par de avisos para el cambio de tercio. Pero en cuanto se hizo de la muleta conquistó a todos los presentes. Comenzó su trabajo con lucidos derechazos.
El descaro total de valentía llegó cuando José Mauricio se puso de rodillas para ejecutar el desplante, arrancando varios muletazos y poniendo a todos de pie. La perfección llegó con la estocada fulminante, a la cual el juez anunció par de orejas, pero el respetable de inmediato protestó hasta que la autoridad anunció el rabo.
En su segundo toro simplemente aseguró el triunfo. De nuevo consintió a la afición toreando con la muleta a la espalda, firme en el centro del ruedo sin moverse un centímetro.
Gastón Santos, sólo una oreja
El rejoneador potosino Gastón Santos fue el encargado de partir plaza, pero no corrió con tanta suerte y tuvo que conformarse con una sola oreja. Santos se entregó y dejó todo en el ruedo. Montado en Tenorio, salió para recibir a Fogatero, a quien le clavó con clase la tandas de banderillas. Luego, montando a Ovidio, deleitó a la afición con lucidos giros en el ruedo. Con una estocada ladeada le dio muerte a su primer enemigo inaugurando la corrida con una oreja.
En su segundo no pudo lucir tanto. Montando a Urbano emocionó al público, pues dejó que el astado tocara a su corcel poniendo una dosis extra de emoción y peligro.
Fernando Ochoa fue el otro triunfador de la tarde. La suerte lo acompañó al recibir al toro mejor presentado de la tarde, Rojo Regis. Con una serie de cinco capotazos llenos de clase, completó un primer tercio elegante. Con la muleta, Ochoa se vio enorme poniendo al respetable de pie, realizando un toreo perfecto con naturales bien hechos. Mató en su primer intento con una estocada casi perfecta, profunda, la cual le dio dos orejas, siendo el primero en ver los pañuelos blancos.
Con el segundo, de nombre Abuelito, Ochoa le pisó los terrenos para intentar sacarle los mejores muletazos, pues en cada embestida el toro se iba de largo. A pesar de eso, el matador se fajó, le arrancó buenos naturales y completó una buena lidia. Se tiró a matar en el momento justo y con una buena estocada se embolsó una oreja merecida y bien buscada.
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