No se metan con Texas. Ese es el lema del Estado más grande de la Unión Americana. En la NFL, no es muy distinto. No se metan con Texas, o en este caso, con su equipo consentido, los Vaqueros de Dallas.
Cualquiera que se atreva a hacer caso omiso a tal advertencia debe sufrir las consecuencias.
Repletos de talento, con la frustración de haber dominado la NFC y quedarse con las manos vacías y defendiendo su sagrado terruño en su último año de existencia, los Vaqueros de Dallas no tendrán contemplaciones este año.
Pasarán por encima de cualquiera que se interponga entre ellos y ese viaje a Tampa.
Es la hora, el momento preciso. Tony Romo ya sufrió y falló en la postemporada. Ahora es hora de aprender la lección y llevar a sus huestes al título.
Terrell Owens ha dejado atrás la polémica y ahora es uno de los líderes del equipo, ha protegido a Romo por sus fallos en playoffs y lo haría de nuevo, aunque espera no tener que hacerlo.
Marion Barber ahora comanda la caballería, expulsando a Julius Jones del pueblo y su gran temporada de 2007 podría ser el augurio de mejores cosas para esta temporada.
La defensiva, con la llegada de Zach Thomas, un jugador que si bien no es el más veloz sigue siendo de los más inteligentes de la NFL, solo le da a esa defensiva más armas de las que ya contaba con DeMarcus Ware, Greg Ellis y compañía.
Así es, los Vaqueros de Dallas están armados y no dudarán en disparar.
Hay mucho en juego para dudar. Su casa, su orgullo y un título que creen que por derecho les pertenece.
La advertencia está hecha. No se metan con los Vaqueros de Dallas. No este año, al menos eso esperan.
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