Pachuca, Hgo. / Agosto 4.-
Serio, prácticamente inmutable… Resignado. Enrique Meza sólo atinó a suspirar cuando se oficializó el término del calvario que vivió desde un palco del estadio Hidalgo.
El Ojitos volvió a confirmar lo duro que es no tener a Christian Giménez. “El Chaco” jugó otro gran partido fuera de la cancha. Ya cumplió la mitad del castigo que recibió por aquella penosa trifulca en la semifinal del torneo anterior. Han sido 270 minutos sin él, aunque para el Cruz Azul es una eternidad.
La Máquina no resistió el embate del Pachuca y Jaime Ayoví la descarriló a cuatro minutos del final. El director técnico celeste pagó caro la nueva muestra de su terquedad. La fórmula de replegarse, con casi una mitad por jugarse, volvió a representar un suicidio.
Los Tuzos obtuvieron su primera victoria del Apertura 2011 (1-0). Apretada y dramática porque la labor de Yosgart Gutiérrez fue determinante, aunque atacó mal aquel balón que fue conectado por uno de los gigantes de ébano que conforman el ataque hidalguense. La afición cementera extraña más a Giménez, pero en jugadas como esa también se acuerda de José de Jesús Corona, quien purga una sanción idéntica al talentoso atacante argentino.
Decepcionante noche para gran parte de la multitud que llenó el estadio Hidalgo. El Cruz Azul puso la gente, Pachuca el futbol y, sobre todo, el corazón.
La tormenta que hizo ver endeble al Huracán no intimidó a los guerreros que soportaron estoicos en sus butacas. Anhelaban ser premiados por su valentía; se fueron empapados y con la boca amarga.
Los goles se quedaron atorados en sus gargantas. Algunos increparon a Meza cuando sustituyó a Hugo Droguett con Héctor Gutiérrez. Faltaban más de 15 minutos por jugarse, pero el veterano estratega dio a entender que se conformaba con la unidad obtenida fuera de casa. Al final terminó con las manos vacías.
Efraín Flores tampoco modificó demasiado, al menos no en cuanto a su esquema. Elías Hernández y Félix Borja ingresaron para cambiarle el rostro a un plantel que tiene muchos nombres, pero que se encuentra muy lejos de ser un equipo. Una individualidad le bastó para sacar el triunfo y recibir la bocanada de oxígeno que tanto necesitaba.
Sus principales aproximaciones se habían generado por errores del adversario. El húmedo césped fue un contrincante más para el siempre arriesgado Waldo Ponce. La enorme confianza que se tiene lo traiciona continuamente. De no ser por Gutiérrez, Mauro Cejas habría finiquitado el juego cuando arrancaba la segunda mitad.
El central chileno contó con suerte y el respaldo de Jair Pereira, la sorpresa de Meza en la alineación cementera. Debutó en la Primera División a los 25 años de edad, en lugar de Fausto Pinto.
No fue el único actor que no estaba en el guión. Miguel Calero volvió a ser el guardián del marco local. Tuvo dos buenas intervenciones en el primer tiempo, pero en la segunda fue simple espectador.
El Ojitos así lo quiso. Frenó todavía más a un bólido que no termina de arrancar. Todo parece indicar que no lo hará sin El Chaco fuera del campo, lo que explica el sufrimiento reflejado por el timonel cruzazulino.
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