México, D.F. / Junio 8.-
En la cabeza de Héctor Miguel Zelada aún retumba el himno de las Águilas. Es como si 25 años de pronto pudieran ser lo mismo que ayer. Y cómo no, si una final ante Chivas sólo se ha dado una vez, la misma que fue para el América, la misma que Zelada decidió con un lance a un penalti de Cisneros que terminó en los guantes del cancerbero argentino. El detonante para que el amarillo fuera el único color.
Zelada hoy tiene 52 años y presume lo que sólo un puñado de tocados por la diosa de la victoria: un campeonato del mundo con su querida Argentina en 1986. Cosa curiosa, no es el recuerdo más vivo para el tipo que inició su carrera en Rosario. No, Héctor Miguel quedó marcado en la historia del futbol mexicano por aquel penalti que detuvo a Cisneros en la final ante Guadalajara, en final del siglo de 1983-84.
A 25 años de distancia, en la boca aún corre la miel. Sobre todo por las circunstancias que precedieron al partido de vuelta en la cancha del Estadio Azteca. Y es que el primer partido en el Jalisco había terminado empatado a dos, con unas Chivas volcadas al ataque en remontada espectacular, luego de que América ganaba 2-0, pero la expulsión de Carlos de los Cobos había permitido la reacción rojiblanca hasta el empate a dos.
Alguna vez Zelada lo había mencionado, “no podíamos dejar que se repitiera una situación como la de un año antes”, cuando Chivas los eliminó en semifinales (1982-83, por 4-1 global) aún cuando América era favorito.
Por eso, y a pesar de la remontada chiva en la ida, América era favorito. El problema vendría en dos momentos. La expulsión de Manzo y un penalti que el mismo Zelada cometió sobre el “Snoopy” Pérez. “Manzo había sido expulsado (minuto 26) y después vino la jugada del penalti, fue un momento difícil”.
El fantasma de la semifinal 82-83 se paseó en el Azteca. Lo que vino después fue digno de un largometraje. Cisneros era el tirador y Aguirre se acercó a Zelada. Si le dijo que se tirara o no a la derecha es algo que entre la gritería se perdió; en la televisión, la narración no podía estar más a tono, mientras el árbitro Antonio R. Márquez pitaba para el disparo, “luces, cámara, acción… Zelada”. El estadio estalló.
Héctor Miguel se había lanzado a la derecha, “ahí me lance, ahí lo intuí”, palabras simples de Zelada para definir una de las atajadas más recordadas, si no es la que más, en la historia del futbol mexicano. “Esa atajada significó un momento impresionante para todo el equipo, para la afición, para todos, porque en ese momento nos inyectamos de confianza, de gritos, de una fuerza tremenda para salir como fieras al segundo tiempo sin importarnos si teníamos 10 hombres”. Suficiente para salir a ganar 3-1.
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