Fortaleza, Brasil.-
Se sienta en la parte media del autobús azul cielo que los transporta. No necesita ir hasta adelante, cerca de Miguel Herrera; tampoco ser el primero o último en abandonar la cancha tras las prácticas. Lo de Rafael Márquez es liderazgo en su estado más puro, con aspavientos sólo cuando es necesario durante los partidos. Genuino capitán en un grupo que lo respeta.
No es casualidad que muchos de los elegidos por el “Piojo” le llamen “Patrón”. Se ha ganado el sobrenombre con sus blasones, consejos y ese talento que rescata al Tricolor en momentos clave, como en el juego ante Croacia. Hoy, ante la dura Holanda, podría ser otro de esos días.
Guía en una Selección Mexicana que valora el aporte de un hombre que juega su cuarta Copa del Mundo, como si fuera la primera.
“Rafa es un líder del equipo. La capacidad que tiene la ha demostrado a lo largo de su carrera. No me sorprende, porque siempre lo ha hecho así”, recuerda el arquero Guillermo Ochoa. “Desde Mónaco, Barcelona, los trofeos que ha ganado. Siempre ha mostrado esa calidad”.
“De repente, en México se le menosprecia, pero es el jugador de nuestro país que más cosas ha ganado y siempre da la cara en los momentos complicados. Qué bueno que ha estado ahí”, agrega Ochoa.
Lo que explica que casi todos los entrenadores que le han convocado al representativo nacional le hayan otorgado el gafete de capitán. Es el primer futbolista en la historia, de cualquier nacionalidad, que lo porta en cuatro ediciones distintas del máximo evento futbolístico del orbe.
Y ha demostrado que serlo en Brasil 2014 no fue por simple cortesía del “Piojo”.
“El liderazgo, el hombre que manda dentro de la cancha, se nota desde fuera”, sentencia el volante Héctor Herrera. “Él es un jugador muy importante dentro del grupo y la experiencia que tiene se está notando”.
Cada que el Tricolor se siente atribulado, sus futbolistas voltean hacia “El Káiser” de Michoacán en busca de soluciones. Hasta ahora, siempre las han encontrado. Ya sea con gritos, indicaciones de dónde colocarse, palmadas o jugadas impregnadas de amor propio, como la anotación frente a los balcánicos, el defensa ha mostrado el camino.
“Es un gran capitán. Ahora ya tiene un buen récord: gol en tres Copas del Mundo distintas”, subraya Javier Hernández. “Es un jugador muy importante para nosotros y mucha gente lo criticó antes de este Mundial por su edad -35 años- y ayudó mucho al equipo mexicano cuando se necesitó de él. Ahora es el capitán, está aquí y nos apoya en todo momento”.
El de esta tarde, sobre el lienzo verde del estadio Castelao, será su partido número 16 en Mundiales, otra marca para futbolistas mexicanos. Habrá portado el gafete en 14 y buscará igualar a Luis Hernández como el máximo anotador del Tricolor en el evento (cuatro), logro que también intentará alcanzar el “Chicharito”.
Pero su labor es aún más valiosa en la última línea, donde transmite gran seguridad al meta. “Es un jugador muy inteligente, maneja bien los tiempos, siempre está atento a las coberturas, al balón aéreo, rompe bien con los delanteros cuando se botan, sabe leer la trayectoria del partido y cuándo acelerar, agregarse al ataque”, enlista Ochoa. “Tiene mucha experiencia y eso nos ayuda, porque la da mucha seguridad a la zona defensiva”.
Por eso, no necesita acentuar quién es fuera de la cancha. Sus compañeros se lo hacen sentir a cada instante.
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