México, D.F. / Mayo 28.-
De pronto Paul McCartney tomó su guitarra, la levantó a todo lo alto, luego miró al cielo, abrió los brazos y sonrió en señal de agradecimiento.
Eran las 23:59 horas y fue el colofón a una noche en la que de principio a fin estuvo en completa comunión con los más de 50 mil asistentes al Foro Sol en la primera de las dos presentaciones en México.
McCartney se entregó en todo momento a la multitud, no dejó ningún espacio entre canción y canción para agradecer, jugar, bromear con la gente. Por eso la reacción fue inmediata, hasta hubo alguien que al final le lanzó una playera de la selección mexicana, en señal de júbilo y en respuesta a su entrega.
Apoyado en textos previamente traducidos, el cantante hizo todo por echarse a la bolsa a la gente. Desde el saludo en un español un poco accidentado, de “¡Hooola chilangos!”, hasta el “¡Estamos muy contentos de estar aquí de nuevo!”. “Paul, Paul, Paul, Paul”, fue el grito más frecuente en toda la noche.
El concierto, el cual forma parte de su gira “Up and coming tour” inició a las 21:14 horas, cuando el ex Beatle salió enfundado en un elegante traje negro con vivos en color rojo, tanto en los puños como en el cuello. Lo acompañaban su “fantástica banda”, como en algún momento de la velada la definió.
Sir McCartney arrancó el concierto con “Venus and Mars/Rock show”, ante un auditorio amenazado por una pertinaz lluvia, que pese a los augurios de tormenta, se quitó minutos después.
Ante un escenario majestuoso, provisto de tres pantallas, 10 grandes reflectores, uno en cada torre, el artista comenzó muy pronto a prender a la audiencia, y después de interpretar “The long and winding road”, ya nada fue igual.
McCartney, ya desprovisto de su saco, con una camisa blanca en la que destacaban los tirantes color rojo de su pantalón, estaba visiblemente contento.
El repertorio siguió, entre otras, con “My love”, que dedicó a su fallecida esposa Linda McCartney. El derroche de energía del baterista Abe Laboriel Jr. también fue extraordinario.
El movimiento uniforme de brazos de un lado a otro prendiendo y apagando sus encendedores o sus celulares hicieron un magnífico mosaico de luces, lo que motivó a improvisar un tema, “Prende tu luz México”.
La Luna se mostraba, para ese entonces, con toda intensidad, y Paul rindió homenaje además a John Lennon con “Here today”, y con coros de Laboriel cantó “Eleanor rigby here”.
Con “Something”, en tributo a George Harrison, alcanzó un momento sublime. Utilizó para ello el ukulele.
Después, sin descansar un solo minuto, McCartney continuó con “Back in the URSS”, que fue el preámbulo para contarle a la audiencia que a los 11 años de edad, en Reino Unido aprendió la leyenda de los tres conejos en un árbol tocando el tambor, que explicó medio en español.
Y uno de los momentos más esperados se dio casi a las dos horas de concierto, cuando tocó “Let it be”, Paul al piano y Brian Ray, en el bajo.
De ahí se dio paso a los juegos pirotécnicos, al interpretar “Live and let die”, misma que concluyó recargado en el piano, con la mano izquierda en su mejilla, mirando al cielo con cara de asombro.
Con “Hey jude” puso prácticamente a cantar a todos y hasta se dio el lujo de organizar a la gente con el coro.
“Primero los hombres”… a quienes pidió que le echaran ganas, y después a las mujeres, entre tanto bailaba de manera seductora.
Cuarentones, cincuentones, jóvenes y uno que otro menor enloquecieron. Con esto concluyó de manera formal y fue la primera despedida.
Regresó dos veces más al escenario, la primera, ondeando la bandera de México, para felicidad de los asistentes.
Cerró con “Lady Madonna”, “Get back” y “Yesterday”. Fueron en total 43 canciones, en dos horas con 45 minutos. Sin duda un gran concierto.
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