Cd. de México.-
A más de una semana de que Pepita Gomís falleciera, su hijo Héctor Suárez Gomís ha decidido relatar cómo fueron los últimos momentos a lado de su madre, antes de que pereciera el pasado 26 de diciembre.
Fue a través de sus redes sociales que Suárez Gomis detalló que bastaron seis minutos para que se despidiera de su madre y ésta muriera.
“Sucedió todo muy rápido. Entre la primera llamada que le hice a mi hermana pidiéndole que tomara un avión lo antes posible para venir a México (vive en Minnesota desde hace más de 20 años) y la segunda llamada en la que le di la noticia; ¡pasaron seis minutos! ¡Seis!”, detalló.
El actor recordó con gran detalle cómo pasó todo, desde las acciones de Pepita, quien dijo, se tomó el tiempo de agradecer a Héctor.
“Mi mamá me tomó de la mano y en un tono muy bajito y entrecortado me dijo: ‘Nene, gracias por estar aquí’. Su respiración se oía como si tuviera una pequeña flema atorada, trató de decirme más cosas que no se entendían. ‘¿Quieres que te llevé al hospital?’ (Pepita) Negó con la cabeza y con su dedo y claramente le leí en sus labios: ‘hospitales no'”, explicó.
El también comediante recordó que incluso su madre, aun en su lecho de muerte, pidió escribir unas últimas palabras de su puño y letra.
“Tomé una pequeña libreta, una pluma y se la di para que escribiera lo que me quería decir. De inmediato empezó a escribir y no terminó porque la pluma cayó de su mano, bajó su brazo derecho a la altura de sus piernas, recargó su cabeza en el sillón, la inclinó hacia su lado derecho y pensé que iba a toser, me acerqué a ella, la tomé entre mis brazos y dos o tres segundos después; dejó de respirar”, dijo.
Luego de nueve días, Héctor afirmó que no ha podido dejar de pensar en esos seis últimos minutos que pudo compartir con su madre, y que por ello se dio a la tarea de compartirlos a través de sus redes sociales, ya que dijo, sus padres les enseñaron a nunca reprimir sus sentimientos.
“Se habla del dolor que se siente cuando pierdes a un ser amado. Ese dolor se lo ves en el rostro a las personas cuando lo están viviendo, pero jamás se habla del sentimiento de orfandad. Ese vacío que conforme pasan los días te va comiendo lentamente”, añadió.