Cd. de México.-
A Héctor Bonilla lo han definido sus más allegados como congruente con lo que piensa y hace. Es por eso que sin tapujos y con una mirada crítica, el actor dio su punto de vista del gobierno actual.
“Es muy temprano para valorar la gestión de Andrés Manuel (López Obrador). Hay muchos peros los que se pueden poner, yo diría el primero, una cierta candidez para de pronto llegar a la (conferencia) mañanera y decir: Carlos Slim me dijo que creceríamos al 4%; ya me imagino las carcajadas que traían”, declaró el actor y director previo a un homenaje que la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), le rindieron por su trayectoria en el Teatro Julio Castillo.
Bonilla recomendó al actual mandatario de México hacer caso a los expertos, porque no puede ignorar la influencia de instituciones como el Fondo Monetario Internacional y de Estados Unidos, sobre la imagen del país ante el mundo.
“Debe pensar, hay que hacer lo que se debe, dentro de lo que se puede. Yo lo que le veo es una voluntad férrea y una honradez a prueba de todo, posiblemente estoy esperanzado a que le vaya bien al presidente”.
Es también por esa misma congruencia que este veterano de los escenarios, con más de 50 años de trayectoria; ha decidido ser sólo un ciudadano y no incursionar en la política, porque aseguró no ser incondicional de nadie.
“Lo que quiero recalcar es que venimos de una corrupción galopante, creo que aún no se ha medido el horror de la complicidad que nos arrojó a la barranca”.
De la misma forma que dio su opinión sobre lo que sucede en el país, abordó parte de la problemática que se enfrenta actualmente en el teatro como gremio.
“Los actores de teatro deben ser protegidos por la Asociación Nacional de Actores (ANDA). Resulta que hace casi 50 años no pueden cotizar a la agrupación porque un día los productores dijeron que no. Cuando yo era estudiante de teatro y empezaba en esto, no se podía actuar en una obra de teatro como un nuevo ingreso, si no había un 75% de actores activos de la ANDA”.
De igual forma resaltó que siempre se ha mirado con desdén a la cultura, como algo de lo cual se puede prescindir, es por eso que la comunidad teatral debe arreglárselas con lo poco o mucho que cuenta.
“Pensemos que con una nueva visión, se de más atención a la cultura, hay quejas de que se le haya quitado presupuesto, el caso es que estamos acostumbrados a la transa permanente, entonces hay que definir exactamente para cada rubro un presupuesto y que haya un manejo adecuado, para que se desarrolle y haya un círculo virtuoso”.
Honor a quien honor merece
Entre anécdotas, chistes y música de mariachi, Héctor Bonilla fue homenajeado por su familia y amigos quienes lo acompañaron la noche de ayer a recibir un reconocimiento por parte del INBAL, por su aportación al desarrollo de las artes en México.
“El paso firme que has trazado en la escena mexicana, dramática, musical y fílmica, es un paso que ya está en la memoria de todas la generaciones de México. Esto hace para nosotros que el reconocimiento a una trayectoria, vaya conectado al reconocimiento al pensamiento crítico que Héctor Bonilla construyó no solo del cine y del teatro mexicano, sino de la cultura en general, de la manera que confrontaste desde la creación y la participación escénica y fílmica la censura, de las maneras que has defendido la democracia y un teatro que es del tamaño de la vida”, expresó la doctora Lucina Jiménez, directora del INBAL.
Previo a la entrega del reconocimiento del INBAL, sus amigos Susana Alexander, Patricio Castillo, Julieta Egurrola, Damián Alcázar y Mario Iván Martínez, compartieron con los presentes parte de sus vivencias con el homenajeado.
Al agradecer el reconocimiento, Bonilla recordó con humor todo lo hecho en los teatros del Centro Cultural del Bosque y finalmente leyó una carta que escribió en 2004, en Nueva York, cuando vio que sus hijos iban a tomar cada uno su camino y debían separarse, y que hoy tiene más sentido, porque enfrenta una lucha contra el cáncer.
“Les dejo mis aciertos y fracasos, dudas, mi miedo cuando sólo finto, mi terco afán de no bajar los brazos. Una petición, cuando me entierren, si van a ser mis órganos donados, no se avergüencen cuando los entreguen, porque voy a dejarlos muy gastados. ¿Y el epitafio qué? Estarán pensando, por favor, no una frase almibarada, ‘Se acabó la función no estén chingando, el que me vio me vio, no queda nada'”, culminó Héctor Bonilla.