Está por cumplir 70 años de edad y casi 50 de carrera, pero asegura que antes que ser actor “soy un ser humano de convicciones, un ser político, con obligaciones y derechos, pero nunca tendré un cargo. Jamás seré incondicional de alguien”, afirma Héctor Bonilla.
“Nací papá, tengo una relación cercana con mis hijos, soy la antítesis del noticia de escándalo, pues llevo 26 años con mi esposa —Sofía Álvarez—”, continúa Bonilla, quien reflexiona en este momento en que el Cuarto Festival Internacional de Cine de Monterrey le rinde un homenaje a su carrera.
En primer lugar, considera el actor “no soy muy afecto a los homenajes, pero uno tiene que agradecer la opinión de alguien al que le gusta tu trabajo o que lo considera interesante”.
“Además, me honra el hecho de que también este reconocimiento se le brinde al igual que a la actriz argentina Cecilia Roth o a Tommy Lee Jones.”
Este domingo en el Teatro del Centro de las Artes, Héctor Bonilla recibió el Cabrito de Plata como una deferencia a su carrera, pero a razón de ser justos, asegura “no estoy conforme con mi paso por el cine. Creo que no he tenido la película que quisiera”.
Se siente en deuda con el cine nacional, pero también el cine le debe a él. “No he tenido la suerte de tener una película en la que yo me sienta pleno”.
Y esto lo explica a que “tenemos una precaria industria del cine. No tengo dinero y necesito ganarlo para mantener a muchas personas, y resulta que las películas no se atrasan dos meses sino dos años y medio y ya no las puedo hacer. Aunque reconoce la tenacidad de otros actores que se han esperado y se han amarrado la tripa, como Damián Alcázar, quien ahora es una figura internacional y tiene una enorme solvencia actoral”.
Recuerda que tuvo un lapso laboral muy fructífero con Jaime Humberto Hermosillo, con el que hizo varias películas como “María de mi corazón” o “Matinée”. “Él es hoy un icono del cine gay, y de hecho me ha invitado a trabajar en sus últimos proyectos; no tengo nada en contra de la comunidad gay ni de las preferencias sexuales, únicamente que no me siento integrado al tipo de cine que propone Hermosillo”.
Por ello, su distanciamiento del proceso cinematográfico, apunta el actor, quien recién concluyó su participación en la telenovela “El juramento” para la cadena Telemundo.
Sin embargo destaca que le ha tocado hacer proyectos interesantes, como la primera película independiente del cine mexicano, “El cambio”, de Alfredo Joskowicz, o haber hecho “Rojo amanecer”, una cinta que nació como una necesidad de hacer cosas diferentes y de mayor calidad, cansado de la forma en que se hace la televisión en el país.
De hecho, el también director de la cinta “Mónica y el profesor” recuerda que él no estuvo en los hechos fatídicos del 2 de octubre, como se relata en “Rojo amanecer”, porque estaba en Acapulco filmando con Enrique Álvarez “Félix Narda o el verano”, “un proyecto desafortunado, basado en un cuento de Salvador Elizondo y dirigido por Juan Guerrero sobre dos chavos que no se atreven a acostarse entre ellos y lo hacen con la misma mujer, como sucede en “Y tu mamá también”, pero en una producción con los defectos y limitaciones de la época. Además, hay que recordar que en ese momento era impensable hacer un cinta gay”.
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