Oviedo, Esp.-
Debido a su particularidad de ser la más cara de todas las producciones artísticas y, a la vez, la más efímera y dependiente del mercado, el cine se encuentra en una situación de tensión especial, advirtió hoy el realizador austríaco Michael Haneke.
El cineasta, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2013, indicó que el primer cometido de cualquier película es encontrar un público lo más amplio posible para así cubrir al menos sus costos de producción y asegurar la posibilidad de seguir trabajando de forma continua.
“Los errores, al igual que en otros sectores económicos, no son tolerables: el que los cometa repetidas veces, difícilmente tendrá la oportunidad de seguir trabajando”, dijo en el Teatro Campoamor de Oviedo, norte de España, tras recibir el galardón.
Expuso que a ello se añade como agravante la competencia de los medios de comunicación de masas que con su trivialización de los criterios estéticos y de contenido, forzada por la dependencia del índice de audiencia, no representan precisamente una escuela audiovisual compleja para el público potencial del cine.
Para el cineasta, quien con su último trabajo “Amor” (2012) conquistó la Palma de Oro de Cannes y ganó otro Globo de Oro y el Oscar a la Mejor Película de habla no inglesa, en Europa, la dependencia del mercado está sólo aparentemente amortiguada por las subvenciones.
“En nuestro continente es más fácil para el director de cine cometer errores sin que esto signifique inmediatamente la paralización de su trabajo en el futuro, lo cual contrasta con la abierta dictadura del mercado estadunidense”, aseveró.
En esa dictadura, abundó, el éxito de una película se mide exclusivamente en dinero contante y la influencia sobre la producción cinematográfica de las cadenas de televisión, que en Europa participan decisivamente en el financiamiento, es un mal sólo insignificantemente menor.
Recalcó que el cine cuenta con un atributo propio: es mucho más joven que todas las demás formas artísticas, “así que espero que tenga sus mejores tiempos aún por delante”.
Para Haneke, el cine es un medio de avasallamiento. “Ha heredado las estrategias efectistas de todas las formas artísticas que existían antes que él y las usa eficazmente”, explicó.
Añadió que “todos conocemos el efecto de los cuadros de tamaño sobrenatural y los tonos sobre nuestra pulsación y nuestro bienestar general. En eso radica la fuerza del cine y su peligro”.
Aseveró que ninguna forma artística es capaz de convertir tan fácil y directamente al receptor en la víctima manipulada de su creador como el cine y este poder requiere responsabilidad.
“¿Quién asume esta responsabilidad? ¿Surge la fundada desconfianza de aceptar el cine como forma artística de esta responsabilidad tan frecuentemente no asumida? ¿La manipulación no es lo contrario de la comunicación?”, se cuestionó.
“¿Y no es la comunicabilidad y el respeto ante el tú del receptor una condición básica para poder hablar de arte en general?”, inquirió.
Manifestó su deseo de huir de definir los requisitos para el arte o incluso de querer limitar sus fronteras. No obstante, anotó que “pienso que, además de la correspondencia entre contenido y forma, indispensable para cualquier arte, la capacidad de diálogo es y tiene que ser una característica igualmente indispensable de la producción artística, el respeto ante la autonomía del otro”.
Hizo hincapié en que un autor que no toma en serio a su socio, el receptor, de la misma forma en que él mismo quiere ser tomado, no tiene un interés real en el diálogo.
Aseveró que demasiadas veces el cine ha traicionado esa regla básica interhumana, que precisamente es también una regla básica de la producción artística.
“La manipulación sirve para muchos fines, no sólo políticos. También atontando a la gente uno se puede hacer rico”, hizo hincapié.
Sin embargo, agradeció “de todo corazón”, si, como en esta ocasión, se quiere honrar al cine en la categoría de las Artes a través de este premio tan reconocido y, por lo tanto, ennoblecer una forma artística.
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