Una clave de fa en el pie. Una estrella en la mano (justo en el ángulo que forman el pulgar y el índice). Una flor maga en el brazo. Son los tres tatuajes de Kany García y cada uno implica un compromiso, una parte de su biografía, una ideología.
No son meros divertimentos. La clave de fa es su origen musical: ella estudió música clásica y estuvo cerca de dedicarse al violonchelo, instrumento que se lee en clave de fa.
La estrella es su presente: como cantautora de letras profundas pero metáforas sencillas, tiene la intención de que sus canciones no sean estrellas fugaces, sino que permanezcan. Además, justo por ahí pasan las cuerdas de la guitarra.
Y la flor de maga es su identidad: es la flor típica de Puerto Rico, su país natal.
Estos tres tatuajes “actúan” cada vez que Kany García canta.
Fue notorio, por ejemplo, que durante el concierto ofrecido en EL UNIVERSAL, el público ha concedido a sus letras algo más que un éxito fugaz. En primera fila estuvo una niña que se emocionó con cada interpretación, incluso con aquella canción que habla sobre las ventajas de hacer a un lado a los hombres para “consolarse” con otro tipo de juguetes más satisfactorios.
La propia Kany había presentado esta canción bajo una advertencia: “Sé que puede ser una letra provocadora, pero me gustaría que la escuchen con la mente abierta”.
En efecto, la canción no hace alusiones crudas a la sexualidad, sino en un estilo casi humorístico. Al terminar, Kany señaló: “Me gustaría poner una cámara a mis espaldas para captar las reacciones de la gente”.
Luego del concierto, explicó: “Está dedicada a las mujeres que deciden estar solteras porque no encuentran un hombre que les proporcione el cariño que necesitan”.
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