Mèxico, D.F.-
Es difícil determinar cuál es la razón fundamental por la que Lena Dunham se transformó en poco menos de dos años en la artista más criticada, cuestionada y, sí, odiada, de los Estados Unidos. ¿Serán sus 26 años? ¿Serán sus padres, artistas neoyorquinos de vanguardia? ¿Será su cuerpo, tan alejado de los anoréxicos estándares de Hollywood? ¿O será su género?
Probablemente sean todos esos factores juntos los que hicieron de la guionista, directora y protagonista de Girls, la serie de HBO, objeto de felicitaciones y admiración, pero, sobre todo, de unos iracundos ataques que cada lunes (la ficción se ve los domingos) se vuelven a encender con una furia que parece desproporcionada. Especialmente en Internet, un espacio donde Dunham se mueve como pez en el agua y en el que sus críticos se desesperan por gritar a los cuatro vientos cuánto la detestan a ella, a Hanna Horvath, su personaje, y a su programa, que se atreve a lo imposible: provocar al espectador e incomodarlo hasta hacerlo sentir un poco mal por reírse de lo que está viendo.
Ficción y realidad
En el hogar de Los Soprano, ahora hay una graduada universitaria, insoportable, promiscua y con tendencia a la obsesión y la obesidad. Y este mes se transmitirán en Latinomerica los capítulos finales de la segunda temporada. Tony, asesino y violento, provocaba estupor, pero Hanna Horvath, desnuda y neurótica profunda, provoca odio. “A veces tengo la sensación de que hay algunas personas de 58 años que me desean la muerte”, decía Dunham hace poco cuando visitó The Daily Show en el que fue presentada como lo que es: una de las personas más influyentes y exitosas que trabajan en la TV por estos días. Pero teniendo en cuenta su éxito, conviene que los trogloditas se preparen: Dunham llegó para quedarse.
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