México, D.F. / Mayo 28.-
Paul McCartney se alejó tres pasos del micrófono. Descansó la guitarra para poder cruzar los brazos. Con la mirada puesta en la Luna, se dispuso a escuchar el grito masivo de 55 mil personas: “¡Paul, Paul, Paul!”.
El gesto en su rostro era de indudable satisfacción, y podía tener muchas interpretaciones. Por ejemplo, que habían valido la pena aquellas tardes en que su padre tocaba la guitarra mientras él, un niño de seis años, le miraba sentado sobre el piso. O que se acordaba de aquel policía que atravesó el campo de The Shea Stadium cargando una fan rubia exuberante (y desmayada) durante aquel último concierto masivo de The Beatles, aquel 15 de agosto de 1965.
“Son una audiencia maravillosa, y voy a tomarme un momento para disfrutarlo”, dijo Sir Paul McCartney en el primero, de los dos conciertos que ofrece en el Foro Sol, como parte de una nueva etapa de su gira internacional “Up and Coming Tour”.
Y fue en ese momento cuando apenas había cantado “Venus and Mars rock”, “Jet” y “All my loving” que Paul se alejó del micrófono para escuchar a las 55 mil personas ahí reunidas corear su nombre.
En 1968, durante la última entrevista junto a John Lennon, todavía como The Beatles, McCartney dijo: “Hemos dejado de hacer conciertos porque sólo escuchamos gritos”. Ante la insistencia del entrevistador por retomar el tema de las giras, Lennin replicó: “No mientras siga habiendo más gritos que música”. Pero Paul cedió: “Quizá en el futuro”.
42 años después, ese futuro de MACCA estuvo en la ciudad de México frente a un público al que saludó en un entendible castellano: “¡Hola chilangos!”.
Porque en efecto, sus fans de ahora pueden disfrutar el concierto de este ex Beatle sentados y en orden, aunque hay cosas que no cambian.
A las 21:10 horas, McCartney salió al escenario, y en ese momento una mujer que se encontraba en la zona General A del Foro Sol levantó una pancarta en la que escribió una petición: “Paul, quiero bailar contigo”, y no la bajó hasta que McCartney la vio dos horas después y le dijo: “¿Quieres bailar conmigo?” ¿De verdad quieres bailar conmigo? ¡Pues ven, súbete!”.
El músico de casi 68 años de edad la esperó un par de minutos hasta que la mujer, efectivamente, apareció sobre el escenario.
Mientras la esperaba, el británico la presentó así: “Esta noche tendremos una invitada especial que yo no conozco, y ustedes tampoco, pero podemos decir que esta mujer es esta noche la ciudad de México”.
Al tiempo que tocaba “Get back” apareció la invitada anónima que, en efecto, comenzó a bailar al ritmo de la guitarra de Paul y que, aprovechando la metáfora del propio McCartney, resultó ser una ciudad de México de cintura breve y senos volcánicos.
Sus voluptuosos movimientos provocaron el comentario lujurioso de más de un espectador, no así de McCartney quien, en su carácter de “Sir” inglés, se limitó a estrecharle la mano, preguntarle amablemente su nombre y despedirla con un sutil beso en la mejilla. Después de todo, esa mujer “era la ciudad de México”.
Otro fenómeno inevitable desde que integraba The Beatles fueron los gritos que despierta entre los jóvenes. Por ejemplo, cuando MACCA y su banda interpretaron el clásico “Live and let die”, no sólo los fans de antaño se emocionaron de más, también las nuevas generaciones, aquellas que lo escucharon en la música de Guns N’ Roses en la década de los 90, no pudieron evitar sobreexcitarse, y algunos de ellos, hasta hicieron “headbanging”.
En sentido inverso, la melancolía de “Something” provocó las lágrimas de una joven de 24 años, de cabello matizado en tonos azules, que lloró en silencio mientras su novio la abrazaba amorosamente al tiempo que expresó: “¡ese es el poder de la música que trasciende las generaciones!”.
Esa misma nostalgia movió Paul McCartney en los espectadores cuando rindió tributo a George Harrison con “Something”. En aquel momento, el artista dejó la guitarra para tocar el ukulele, elemento emblemático de aquel Harrison espiritual que encontró en los instrumentos asiáticos una nueva forma de expresarse.
El hecho de que Paul tomara el ukulele tiene especial relevancia para los fanáticos de The Beatles, pues en la reunicón de McCartney con Harrison grabada para la “Anthology” en la década de los 90. George aparece siempre con este instrumento, porque además en la memoria de los beatlemaniacos, siempre será el único Beatle que confrontaba ese autoritarismo que ejercía McCartney en las grabaciones, y quedó plasmado tanto en los álbumes “Let it be” como en “Anthology”.
Desde el comienzo del recital, el público se mostró muy emocionado, lo que provocó que McCartney hiciera una pantomima de tocar al público con una mano y fingir que se hubiera quemado.
En “The Long and Winding Road”, la audiencia mostró que el calor no era solo emocional ya que prendió los encendedores (no la luz del celular) para iluminar el momento de la canción.
Sin promocionar un nuevo álbum, Sir Paul McCartney (considerado por el récord Guiness como “el compositor más exitoso en la historia de la música popular”) abarcó un repertorio que incluyó piezas de toda su carrera, tanto en su etapa Beatle como en la solista con “Wings”.
Algunas de las más de 30 canciones que interpretó anoche fueron: “”Letting go”, “Highway”, “Let me roll it” (misma que fusionó con un mini tributo a Jimi Hendrix con “Foxy lady”), “My love” (escrita especialmente para Linda McCartney, y dedicada a noche “a todos los enmaorados”), “Here today”, “Dance tonight”; “Eleanor Rigby”, “Sing the changes”, “Band on the run”, “Ob-La-Di, Ob-La-Da”, “Back in the U.S.S.R.”, “I’ve got a feeling”, “Paperback writer”, “Let it be” y “Hey Jude”.
Hoy por la noche, el músico realizará su segunda presentación, misma que será transmitida simultáneamente para miles de capitalinos a través de megapantalla que se instalará en el Zócalo y en el altar de la patria, un monumento con plaza dentro del llamado Bosque de Chapultepec.
El espectáculo también se transmitirá por Internet a través de la pagina oficial de una importante marca refresquera.
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