Cd. de México.-
El terror no sólo puede vivirse a través del cine, en el teatro la sensación se experimenta al máximo y más si se trata de una puesta en escena como la “La Dama de Negro”.
Esta obra, que lleva más de dos décadas en el gusto del público, ha conmocionado por los sucesos paranormales que frecuentemente ocurren y que son presenciados tanto por los actores de reparto, como por los asistentes.
Seres extraños, risas infantiles, fantasmas, toques, gotas sobre su cabeza, accidentes, y muchas más situaciones son las que ponen a todos con los pelos de punta. Una obra con un ritmo tranquilo y de suspenso en la primera mitad, que remata con el espanto y la sensación de poder gritar de miedo en cualquier momento.
El éxito ha sido rotundo y los tenebrosos hechos son poco conocidos. En entrevista exclusiva con Fabián Lozano, él nos narra algunos sucesos paranormales que le han ocurrido.
– ¿Cuánto tiempo llevas haciendo el papel?
– “Acabo de cumplir justo en este mes nueve años. Nueve años en La Dama de Negro”.
Y en todo ese tiempo de colaborar en el montaje, ¿has sentido un vínculo especial? ¿Has vivido hechos sobrenaturales?
“Sí. Muchas cosas… A mí me pasa muy seguido que la gente me dice ‘por qué no salió el niño a dar las gracias’. No sólo me pasa aquí, en los teatros de la Ciudad, sino me pasa también en gira. Me ha pasado en Guadalajara, me ha pasado en Puerto Vallarta, me ha pasado en Villa Hermosa, en Monterrey… La gente me contacta por Facebook o al salir del teatro me ven y me preguntan por qué el niño no sale al final a dar las gracias. Pues obviamente les respondo que no hay ningún niño actuando en la obra. Y ellos, en verdad, tengo hasta testimonios en video de que les digo ‘¿me permites grabarte con mi celular?’, porque la banda jura que ve a un niño caminando junto a mí en el escenario. Ése es uno de los que me pasan muy seguido.
“Me ha pasado chocar con gente y cuando yo prendo mi lámpara no veo a nadie, golpearme de frente contra alguien… Mi compañero no tiene nada que hacer en ese momento en escena y en la oscuridad choco con alguien. Siento el cuerpo de alguien. Entonces, como yo traigo una lámpara, la prendo y no hay nadie.
“Tuve en Monterrey un accidente fuerte. Tengo un movimiento en donde recorro el escenario de un lado a otro, y de repente en este movimiento, en esta carrera, que hago a toda velocidad, de pronto yo ya estaba volando sobre el público. Es un movimiento que tengo muy medido. Yo hasta ahorita no me explico qué pasó. Yo entiendo si de repente me hubiera subido al escenario, y como se corre mucho en la oscuridad es fácil desorientarse, pero sólo si hubiera dado una vuelta, si hubiera dado un paso de más; ese no fue el caso. Incluso venía siguiendo mis marcas. Tengo unas pequeñas marcas en el piso, las venía siguiendo y de repente ya no sentí el piso e iba volando hacia el público. Y volé de frente a las butacas. O sea, le caí encima a la gente. Eso fue muy fuerte, me lastimé rodillas, me lastimé mi muñeca derecha, me corté la espinilla, o sea, un golpe bastante duro y son cosas que no sé explicar.
“Me ha pasado que hay un momento en la obra que subo una escalera para llegar a la planta alta de la mansión, y de pronto veo a alguien de reojo que está parado en el escenario y salgo del otro lado, a los de tramoya a decirles ‘¿quién está ahí?’, y me dicen ‘no hay nadie’. Entonces salgo al otro lado, recorro la mansión, regreso y cuando vuelvo veo a la misma persona que me está viendo. Entonces le apunto un poquito más con mi quinqué y en ese momento se mete debajo de la escalera, y cabe mencionar que no hay forma de meterse debajo de la escalera, es cerrada, no hay manera. No imaginas qué se siente en ese instante. Toda la sangre así (gestos de frialdad y nerviosismo). Y llegando al otro lado le digo al otro tramoya ‘oye, acabo de ver a alguien en el escenario’, me dice ‘híjole, no me diga eso señor, porque acabo de chocar con alguien y no vi a nadie’. Entonces, son cosas que nos pasan.
“De pronto, me tocó una función con Ricardo Morell. Estábamos en una escena que no tiene que ver con lo que sucedió aquí. En las butacas, en ese teatro, entre la gente de repente una muchacha empezó a gritar ‘¡Ya viste al niño!’, otro le contestó ‘sí’, y el público empezó a gritar. Él y yo nos veíamos en escena preguntándonos ‘¿Qué están viendo?, nosotros no estamos viendo nada, ¿qué están viendo ellos?’. Entramos en ese punto en el que ninguno quería voltear a ver al niño”.
– Y dada toda esta experiencia fuera de lo normal, qué opinarías: ¿favorece o repercute?
“Favorece. Nosotros, cuando estamos en escena estamos asustados realmente. Algo de lo que siempre hablo es de la verdad en escena y por lo menos desde mi formación y yo como actor, abordando cualquier personaje, incluso en la comedia, no puedo hacerlo sin creer que es real lo que me está sucediendo.
“Entonces sí, cuando estoy en escena asustado es porque sí estoy asustado. Cuando estoy riendo me estoy riendo de verdad. Cuando estoy llorando, el llanto es verdadero. Dentro de esta ficción, hay realidad. Las lágrimas son reales, el miedo también, sin dejar de ser una ficción”.
– ¿Qué retos tiene prepararse para este espectáculo?
“Muchos. Honestamente, la Dama de Negro es la obra que más me ha retado en toda mi carrera. Es la única obra, hasta ahorita, en la que he puesto en práctica todo lo que estudié y que sigo estudiando. Esta obra demanda mucho psicológicamente, demanda mucho socialmente, físicamente y demanda de todas las herramientas histriónicas. No sólo hechas mano de una técnica, hechas mano de varias porque hay muchos matices dentro de la misma que exigen que eches mano de todos.
“Hay muchas obras que me han retado en muchas formas. Yo soy clown, también hago clown. Allá se requieren muchos actos físicos y demás. Pero aquí también ocupo un poquito el clown. Esta es una obra que de verdad me exige en todos los sentidos y creo que eso es lo que me hace sentir enamorado de la Dama de Negro pese a que es muy fuerte, es muy dura. Mucha gente a lo mejor piensa que exagero, pero la noche previa a la función de la Dama, es real, algunas de mis ex parejas te lo puede decir, siempre tengo pesadillas”.
– ¿Qué le dices al público primerizo?
“Que disfrute la Dama de Negro. La gente que ve la obra se lleva una pequeña clase de teatro, porque lo que ve en escena es una obra de teatro dentro del teatro. Es un bonito impacto para el público que comienza a tratar con él o que empieza a sentir un gusto por el teatro.
“Hay mucha gente en este país que a lo mejor en su vida no ha visto una obra de teatro. Sólo ve tele y va al cine, pero cuando viven la experiencia de la Dama de Negro, el fenómeno de La Dama de Negro, algo los atrapa, algo los envuelve.
“Es un texto excelentemente bien escrito, muy bien adaptado y tremendamente traducido y dirigido por Rafael Perrín. Tener unos monstruos en escena, como son mis compañeros, lleva a que el público se vea inmerso dentro de la función, porque provocan que el teatro sea real. Tenemos un baúl, tres sillas y todo lo demás te invitamos a ti a que tú lo imagines. Eso es el teatro, no necesitamos más cosas”.
“La Dama de Negro” es una novela inglesa de Susan Hill, adaptada por Stephen Mallatratt y dirigida en México por Rafael Perrín desde el 17 de febrero 1994. El elenco ha variado con el paso de los años, pero no ha habido semana que no se presente la función en la que llaman la única obra de terror de la Ciudad de México.
“La Dama de Negro” se presenta todos los viernes a las 20:45 horas / sábados a las 18:00 y 20:45 horas / y domingos a las 18:00 horas, con un costo de 400 pesos (280 pesos para grupos de 20 personas), en el Teatro Rafael Solana (Av. Miguel Ángel de Quevedo 687, colonia San Francisco, Coyoacán).
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