LOS ÁNGELES, E.U.- La viuda de Robin Williams y los tres hijos que el actor estadounidense tuvo en sus dos matrimonios anteriores acordaron este lunes negociar de forma amistosa y hasta junio la repartición de la herencia, en un intento por alejar de los tribunales la disputa que mantienen.
Un juez de la Corte Suprema de San Francisco decidió posponer hasta junio la vista sobre la demanda presentada en diciembre por Susan Schneider, con quien Williams llevaba casado cinco años cuando se suicidó el 11 de agosto pasado a los 63 años.
El abogado de Schneider, James Wagstaffe, explicó a la AFP que en las próximas dos semanas se reunirá con los representantes legales de Zelda, Zachary y Cody Williams para intentar alcanzar un acuerdo.
Si esta primera fase de negociación fracasa, se llevará a cabo “una mediación en presencia de ambas partes”, afirmó.
El límite es junio, cuando la pelea podría llegar a los tribunales y adquirir una dimensión pública.
La disputa gira entorno a todos los objetos relacionados con la carrera del actor, su infancia y los que estaban sobre su escritorio, con excepción de los muebles que decoran la casa conyugal.
Los premios cinematográficos de Williams, como el Óscar que ganó en 1998 por “Good Will Hunting”, serán para sus hijos, que recibirán “mucho, mucho dinero”, según Wagstaffe.
Schneider afirmó en su demanda que los gestores del fondo que el actor creó para administrar sus bienes “insistieron en tener acceso” a su domicilio pocos días después de la muerte de Williams “para compartir y llevarse de la propiedad algunos objetos”.
La viuda asegura que solo quiere quedarse con el esmoquin que Williams usó para casarse con ella, así como los regalos de boda que recibieron.
Zelda Williams rechazó el lunes en su cuenta de la red social Tumblr las informaciones que circulan en los medios acerca de que ella y sus hermanos se han llevado ya objetos de la casa de su padre.
“Mis hermanos y yo, desde que murió nuestro padre, nunca hemos sido invitados ni hemos acudido a la casa que compartía con Susan en Tiburón”, cerca de San Francisco, donde el actor se suicidó tras no superar una profunda depresión acentuada por el Alzheimer que sufría.