México, D.F. / Mayo 13.-
Su abuela solía decirle: “No permitas que los fracasos lleguen a tu corazón y no permitas que el éxito llegue a tu cabeza”.
Con esta frase como ideología de vida, el actor Will Smith, el hombre de los 228 millones de dólares, quiere ahora manejar coches Aston Martin, tomar martines secos (agitados, no batidos), salvar al mundo y presentarse con la frase: “Mi nombre es Bond… James Bond”.
Smith se autonominó en la lista de los actores que desean convertirse en el primer James Bond negro de la historia. Él sabe que quizá los productores lo consideren en notoria desventaja respecto a otros candidatos como Jammie Foxx, Diddy Puff e Idris Belba, pero Will confía en el poder de su nombre: “Puff puede que viva más como James Bond y Jamie Foxx tiene la arrogancia de James Bond y además sabe cantar, pero ¡yo puedo garantizar que mi presencia será todo un exitazo en taquillas!”.
Razones no le faltan al que es considerado el actor más taquillero de Hollywood, quien llegara a recaudar el año pasado con “Hancock” la friolera de 228 millones de dólares. Superó así a actores como Robert Downey Jr. (con su Iron Man hizo ganar “apenas 100 milloncitos”) y Christian Bale (con su Batman en The dark knight, con 202 millones).
El asunto de generar tanto dinero lo asume como una responsabilidad: “A mí me preocupa mucho la recaudación de las películas porque si la empresa no recauda dinero se producen despidos y eso es triste. Y si ocurre en una de mis películas, me considero en cierta medida responsable”, afirma el actor de “Soy legenda”.
Quizás porque es multimillonario, el dinero no aparece en los primeros puestos en su escala de valores. Por lo menos tuvo la honestidad de reconocer que la gente malgastaba su dinero al comprar boletos para ver “Wild wild West” estrenada en el 2000: “Mi más grande dolor emocional fue al saber que la cinta había ganado 52 millones de dólares en su semana inaugural. La película era mala y fue muy doloroso saber que había generado tanto dinero sabiendo que era una mala película”, dijo por entonces provocando la ira de los productores.
No fue la primera vez que reconoció un error. Smith, nacido el 25 de septiembre de 1968 en el Oeste de Philadelphia, comenzó su carrera en “El príncipe del rap”, programa de televisión que manejaba un humor ligero basado en estereotipos y bromas físicas. Aquellos años son un recuerdo penoso en cierto sentido para el actor: “Trabajaba muy duro; memorizaba todo el libreto, incluso las líneas de los otros personajes y durante la grabación yo movía los labios para seguir sus parlamentos. Mis actuaciones eran horribles”.
Si alguien se pregunta cómo fue posible que aquel joven de actuaciones “horribles” llegara a convertirse en el más taquillero de Hollywood, basta con revisar la vehemencia con que comenta sus sueños. Hace dos años declaró: “La gente se ríe pero si yo enfocara mi mente en lograrlo, dentro de 15 años sería presidente de los Estados Unidos”, afirmó en una oportunidad.
El lugar del primer presidente negro ya lo ocupa Barack Obama (al que apoyó de manera incondicional durante su campaña), pero todavía tiene chance de ganar el lugar del primer James Bond no rubio y no inglés. “Adoro ser un negro en Estados Unidos, y aún más, ser un negro en Hollywood”, suele decir el esposo de la también actriz Jada Mitchell, madre de dos de sus tres hijos.
“Cuando comencé a hacer cine, me dije: ‘Quiero ser la más grande estrella cinematográfica del mundo”. Y Will Smith lo ha conseguido. ¿Y si consigue su sueño de interpretar a James Bond?
Que no se diga más.
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