Ciudad de México.-
Codo a codo, chocando, a empujones, el público ya gritaba “¡Ximena, Ximena¡” minutos antes de arrancar el concierto. Quince años después de haber presentado su primer disco en ese mismo recinto, el Lunario del Auditorio Nacional, Sariñana regresaba para celebrar aquel inicio de su carrera.
Y como si fuese una niña ilusionada por su fiesta de 15 años, la cantante de 37 años lo disfrutó, que ya en las semanas previas mostraba su emoción en redes sociales porque llegará el día de ese primer concierto conmemorativo.
Así disfrutó, con la misma inocencia que en aquel primer disco, se entregó a su pasado en esos 12 primeros tracks de la noche, mismos que fueron también los primeros de su carrera, que la vieron nacer como cantante y compositora.
Las luces se apagaron, y la oscuridad, como es costumbre, provocó el grito de euforia en los mil 200 espectadores, que la noche de este viernes, el último del mes de julio, se dieron cita para celebrar a la cantante.
“Son las hojas que escribí ayer”, fue el primer verso que cantó Ximena Sariñana, como si literalmente describiera aquellos días del año 2008 con la canción “Mediocre”, homónima de ese primer álbum.
“Fue la tinta a toda intención”, remarcó en el cuarto verso, y las mil almas se entregaron cantando junto a ella.
“Esta noche es para recordar cuando salió Mediocre, todo ha cambiado desde entonces, les juro que ha sido una gran experiencia y lo recordaremos juntos. Es mágico este momento, no saben cómo les agradezco esto que hacen, que es estar conmigo”, saludó la cantante a su público antes de continuar.
“¿Cuánto tiempo perderemos para conocernos y reconocer?”, cuestionó Ximena en su segunda canción del repertorio “Vidas paralelas”, y su rostro pareció darse cuenta, mirando con complicidad a sus músicos, que la respuesta a esa primera oración, son 15 años de conocerse a sí misma, en cada canción y cada concierto.
“La soledad es un paso firme, que no me he atrevido a dar”, cantó en el tema “Normal”, anunciando que esa noche no iba a celebrar sola en el escenario, lo haría acompañada de sus siete músicos, pero también de una invitada especial.
Ximena Sariñana y su invitada sorpresa
Mon Laferte, la chilena naturalizada mexicana, apareció en el escenario como la madrina del primero de cuatro conciertos, y cantó junto a Ximena, que portó un vestido rosa con guantes que le llegaban hasta el antebrazo.
“Les dije que se iban a cagar, hoy estoy junto a alguien que quiero admiro y respeto”, dijo Sariñana para presentar a Mon Laferte, con quien continuó con “La tina”, “No vuelvo más”, y hasta “Reforma”, tres canciones más de su primer disco.
“Camino lento, lo que soy se va descosiendo”, describió Ximena en la canción “Cambio de piel”, que simbolizó esos 15 años de crecimiento, de esfuerzo, y nuevas experiencias.
Interpretó cuatro temas más, antes de terminar ese viaje consigo misma, que el público acompañó coreando por esas primeras canciones que han sabido aguantar, como Ximena, como su carrera, el paso del tiempo.
Fue entonces cuando la cantante cambió de vestuario, para enmarcar ese antes y después, el pasado y el presente, primero vistiendo de rosa, y luego de negro.
Con esa sobriedad terminó su concierto con siete canciones más, “Si no se frenar, qué tiene”, cantó, con actitud de seguridad a su público, cuestionó “¿Qué tiene?”.
Pero al final supo frenar, supo terminar, “Cobarde”, fue su último tema de la noche, se despidió de su público y con un aplauso se hundió en agradecimientos para después perderse tras bambalinas, no en un adiós sino en un hasta luego.