México, D.F. / Abril 26.-
Benjamín Galindo está desesperado. El técnico de Cruz Azul se golpea los costados y da media vuelta hacia su banca luego de recibir el 3-0 y aceptar que nada de lo que haga parece podrá reanimar a su sotanero equipo. Enrique Meza, técnico de los Tuzos ve el futbol diferente, castigado o no, ve a su Pachuca desde el palco, tranquilo, con el gesto del que se sabe calificado y disfruta de que un tipo como Mendivil se sacuda la melena con tres tantos.
Son las opuestas realidades de Cementeros y Tuzos. Unos tan tristes como el solitario graderío de ayer en el estadio hidalgo, consecuencia de la precaución para evitar brotes de influenza; el otro, el local, sabedor que el camino recorrido hasta dos fechas antes del final del torneo los tiene con boleto a la fiesta grande y esperanza de campeonato.
Pachuca ni siquiera tuvo que esforzarse, vaya, ni tiempo tuvo de extrañar el apoyo de su afición.
Se vio fácil. Dos tantos en el primer tiempo. Dos centros, en el primero falló Ronald Raldes y acertó Ulises Mendivil para el 1-0; en el segundo el que falló fue Joaquín Beltrán y de nuevo Mendivil celebró: 2-0. El tercero vino en el complemento, a un minuto del final con un nuevo servicio que Mendivil conectó de media tijera para el definitivo 3-0.
Es la historia del Cruz Azul en 2009. Desconcierto, desacomodo, incertidumbre, nerviosismo, desatenciones, un par de goles en contra en el primer tiempo, imposibilidad de reacción en el complemento y fallas y fallas lo mismo que de Villaluz, Lugo que de Landín y Orozco.
Galindo intenta todo, tenga ya razón o no. No importa si transcurre el primer lapso, ni siquiera que mandara un cambio de delantero por delantero.
Así lo hizo al minuto 35. Mandó al terreno a Javier Orozco por Luis Ángel Landín, el goleador de su equipo en la Liga a la banca. La razón. ¿No le gustó? o ¿lo estará guardadando para el partido de vuelta de la Concachampions?
En el palco lejano, Eduardo de la Torre y Víctor Garcés, vicepresidentes deportivo y administrativo, separados uno del otro, apenados porque su equipo no amanecía de último general desde el Apertura 2004, y abochornados por la posibilidad de que el puesto se mantenga luego de la jornada final si el desastre no aminora.
La Máquina llegó a ocho semanas seguidas sin ganar. Se mantiene con 12 puntos, con apenas dos triunfos, uno en casa, uno fuera, con seis empates y siete derrotas.
Una campaña para el olvido, con el partido de ida de la final de la Concachampions atorado en desventaja. Con dos partidos pendientes en una Liga que los jugadores suplican que acabe, con ganas de no saber nada más del campeonato.
Pachuca, estadio vacío o no, es lo contrario. Marcha consistente. Con una gran noche de Landín, como líder absoluto y calificado del sector uno.
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