México, D.F. / Mayo 3.-
“Le tenemos más miedo al hambre”, es lo primero que respondió Benjamín Baltazar, de 41 años, globero del parque España, cuando se le preguntó si teme a la influenza humana, toda vez que desde el último viernes ha registrado una baja en sus ventas de 80%.
Por su parte, Merced del Valle Reyes dice haber perdido casi dos terceras partes de sus clientes por la misma situación; él vende helados en el área de juegos infantiles.
Ante la contingencia sanitaria, ambos coinciden en que da más pánico que no haya trabajo, pues aseguran: “Ahí sí nos vamos a morir de hambre”.
De los aproximadamente 400 pesos que Benjamín percibe en un buen día, hoy ha recibido menos de 100. La explicación es evidente para él: casi no hay gente en el parque a causa de la recomendación de las autoridades de permanecer en casa como medida de seguridad.
Benjamín asegura que la situación es complicada para personas que, como él, viven al día y tienen hijos que mantener. Asimismo, opina que la única enfermedad real es el pánico, o lo que llama “la influencia de la influenza”, ya que considera que 200 muertos por esta enfermedad no son nada para una ciudad de tantos millones.
Mientras platican esto, un padre de familia jala del hombro a sus dos hijos para alejarlos del carrito de helados de Merced, por considerarlos un factor de riesgo.
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