Nueva York / Enero 30.-
Las protestas que amenazan con derrocar el régimen que ha gobernado Egipto por tres décadas alteran radicalmente el equilibrio de fuerzas en Medio Oriente, así como las condiciones en que Israel y Palestina negociarían un acuerdo de paz.
Egipto ha sido el régimen más cercano en la región al gobierno de Israel, lo que ha servido como un elemento esencial en el precario equilibrio que existe en Medio Oriente y ha impedido tanto que progresen las pláticas de paz como que se desaten abiertas hostilidades.
El gobierno del presidente egipcio Hosni Mubarak ha sido calificado por la administración del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu como “estable”, “moderado” y “pro occidente”, términos para descartarlo como un factor de cambio en la situación actual de Medio Oriente.
No obstante, el gobierno de Mubarak podría desintegrarse en cuestión de horas o, al menos, será radicalmente modificado. Y sin Mubarak, Israel se quedaría sin su único aliado real en Medio Oriente.
Sin que importe en realidad cuál sea el resultado de las protestas populares que han sacudido Egipto desde la pasada semana, el nuevo gobierno egipcio tendrá mucho menos cercanía con Israel.
“Si hay un elemento compartido por todas las facciones de la oposición egipcia, es su profundo odio por Israel. Ahora que sus representantes suban al poder, Israel se encontrará en una difícil situación”, señaló Gideon Levy en un articulo que publicó este domingo el diario israelí Haaretz.
Para el columnista, el gobierno israelí debe comprender que es mejor llegar a acuerdos basados en un sentido de justicia, y no sólo en la fuerza, tal como él considera que sucede en los territorios ocupados en Palestina.
Asimismo, la posible caída de Mubarak mostrará a Israel que las alianzas con regímenes anti democráticos e impopulares son inestables y pueden ser alteradas de la noche a la mañana.
“En tanto que las masas en Egipto y el mundo árabe continúen viendo las imágenes de la tiranía y la violencia en los territorios ocupados, Israel no podrá ser aceptado, pese a que sea aceptable para algunos regímenes”, señaló Levy.
La crisis para Israel, además, podría profundizarse si es que este gobierno recibe como exiliado a Mubarak, en caso de que finalmente fuera derrocado, tal como publicó este día la agencia informativa Al Yazira con base en fuentes de la embajada egipcia en Tel Aviv.
Israel no sólo se aislaría de su único aliado en la región, sino que abriría la brecha que lo divide de Occidente, que pese a que durante años percibió a Mubarak como un aliado ahora expresa su apoyo a una mayor democracia en Egipto.
A pesar de que no ha roto relaciones con Mubarak y a que lo sigue viendo como el interlocutor en el gobierno egipcio, la administración del presidente de Estados Unidos Barack Obama ha marcado una mayor distancia conforme pasan los días.
Por su parte, los gobiernos de Europa han mostrado menos simpatía con Mubarak y su régimen.
El primer ministro británico David Cameron dijo este domingo que el gobierno egipcio debe tomar “decididos pasos para acelerar la reforma política y construir legitimidad democrática”.
Mientras tanto, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y la canciller federal alemana Angela Merkel, han urgido a Mubarak ha comenzar un “proceso de transformación” que termine en la celebración de “elecciones libres y justas”.
Por lo pronto, Israel tendrá que lidiar con otra fuerza crítica de su ocupación en Palestina, lo que lo aislará aún más.
La esperanza de algunos observadores, sin embargo, es que esta nueva situación fuerce al gobierno de Netanyahu a negociar una paz justa y duradera con Palestina como único modo de asegurar su propia tranquilidad.
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