Washington, D.C.-
En medio de la crisis humanitaria que sigue desbordando los puestos fronterizos de Texas, la administración del presidente estadounidense Barack Obama podría retrasar la revisión de las políticas de deportación que prometió en marzo pasado.
Según fuentes de la administración, la avalancha de niños en los puestos fronterizos de Texas ha obligado a postergar esta valoración hasta que la situación haya mejorado.
La revisión de las políticas de deportación, con el fin de que éstas tuvieran un carácter más humanitario dentro de los límites que marca la ley, es una consecuencia directa de la crisis producida por la llegada de más de 52 mil niños migrantes indocumentados a EU desde octubre pasado.
En referencia al enorme flujo de menores sin papeles, el abogado de inmigración de la ciudad fronteriza de Browsville, Texas, Jaime Diez, dijo este viernes a una agencia de noticias que “el sistema está ahorita colapsado”.
Como consecuencia de la acumulación de casos en los juzgados de inmigración, se está creando, según Diez, “un embudo”. “Quieren echar más agua arriba del embudo y lo único que está pasando es que se está desbordando por todos lados”, explicó gráficamente el abogado.
En medio de un ambiente de enojo y confusión, un grupo de jóvenes inmigrantes indocumentados o “dreamers” tomaron el viernes por asalto varias oficinas del Capitolio para reclamar a los republicanos el que estén utilizando como pretexto esta crisis para exigir la deportación de todos ellos.
“Venimos a denunciar el uso de una retórica antiinmigrante y los mensajes a favor de deportaciones express contra todos nosotros”, aseguraron varios de los jóvenes que se arremolinaron frente a las oficinas de varios congresistas de distintos estados que adelantaron sus planes de regreso a sus distritos electorales.
Los “dreamers” también están molestos con la administración Obama por dejar en suspenso un eventual cambio que beneficiaría a los padres de todos esos jóvenes con permisos de residencia y trabajo temporales. Esta posibilidad es cada vez más remota, ante una crisis humanitaria que ha obligado al gobierno a revisar y poner en cuarentena muchas de sus políticas de alivio o revisión tras una de las peores campañas de redadas y deportaciones en la historia reciente de EU.
A pesar de que un nutrido grupo de legisladores demócratas han instado al presidente Obama en que siga haciendo uso de sus órdenes ejecutivas para paliar la situación de la población indocumentada, la crisis de los niños que llegan solos a la frontera de EU ha obligado al jefe del Ejecutivo a recular y a transmitir un mensaje de cero tolerancia hacia quienes hoy son los protagonistas de esta nueva oleada.
El propio Obama advirtió este viernes a los padres de estos niños que vienen desde Centroamérica con la esperanza de conseguir una forma de amnistía, que aquellos que logren superar el largo y peligroso trayecto a través de México serán deportados una vez que crucen la frontera.
“Nuestro mensaje es, por favor, no envíen a sus hijos sin compañía, a través de redes de traficantes o en trenes, porque en cuanto lleguen van a ser deportados o quizá mueran en el intento”, subrayó el presidente, en un intento por contrarrestar la campaña de desinformación que ha sido la causa de la peor oleada de niños indocumentados en los últimos años.
Los intentos de la administración Obama por sofocar el incendio que comenzó en su frontera sur, con una avalancha de niños a los que no puede deportar de forma inmediata —la ley prohíbe expresamente la expulsión de un menor de edad, sobre todo cuando éste pertenece a una nación no contigua a Estados Unidos—, ha coincidido en las últimas horas con una intensa movilización de organizaciones defensoras de la comunidad inmigrante para tratar de evitar el aislamiento de unos niños que llegan en busca de sus padres en Estados Unidos.
Según cifras aportadas por varios congresistas en Texas, el 60% de los niños asegura tener a uno de sus padres en Estados Unidos. Esta situación ha complicado enormemente la labor de la administración, que se ha visto en la necesidad de crear más albergues dentro de bases militares en Texas, California y Oklahoma.
Los intentos por aplicar una política de cero tolerancia contra quienes busquen llegar a Estados Unidos de forma ilegal han sido atizados desde el Partido Republicano, que acusa al presidente de ser el principal causante de esta crisis.
Sin embargo, desde la acera de enfrente, una red de organizaciones defensoras de los inmigrantes acusan al presidente de revalidar con estas acciones sus credenciales como el “deportador en jefe”.
Desde el inicio de su mandato, Obama ha deportado a más de 2 millones de inmigrantes, una cifra sin precedente en toda la historia de Estados Unidos.
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