Dallas, Texas / Febrero 13.-
El gobernador de Texas, Rick Perry, sostiene una y otra vez que no está interesado en ser candidato a la presidencia de Estados Unidos, pero sus recientes acciones y su discurso lo colocan entre quienes apuntan a ocupar la Casa Blanca.
Perry gira cada vez más su posición política para adoptar un discurso más conservador y antiinmigrante, buscando tal vez cortejar a la amplia base de electores republicanos que ahora coquetean con el “Tea Party”, la nueva filiación conservadora republicana.
Perry ha declarado como prioridad de su gobierno para 2011 la seguridad fronteriza y ha solicitado a la legislatura estatal que este rubro no sufra recortes de presupuesto, en contraste con reducciones en áreas como educación y salud.
El gobernador también ha colocado como asunto de emergencia para la legislatura estatal sancionar a los gobiernos locales que no aplican las leyes de inmigración, así como dar fin a la práctica de las “ciudades santuario”, que amparan a indocumentados.
Las comunidades consideradas “santuario” son aquellas que prohíben a sus policías y autoridades interrogar a las personas sobre su estatus migratorio o reportar indocumentados a las autoridades de inmigración.
La prioridad a estas y otras acciones, como crear una ley de identificación de votantes y exigir ecografías antes de que se autorice un aborto, sorprenden en un momento en que Texas enfrenta un importante déficit en su presupuesto.
En Texas, cuando el gobernador declara una iniciativa de ley como de “emergencia”, la legislatura está obligada a debatir la propuesta antes que cualquier otro proyecto en la agenda, con la misma urgencia que el presupuesto.
Perry ha justificado sus prioridades legislativas como “el cumplimiento de promesas” y ha cuestionado la demora de los legisladores estatales.
Sin embargo, analistas políticos estiman que el interés de Perry es mantener un perfil nacional, especialmente atractivo para electores republicanos, enfocado en temas como inmigración y aborto.
“Nada de lo que (Perry) está haciendo ahora parece probable que reduzca su visibilidad política nacional o sus ambiciones”, dijo James Henson, profesor de Ciencias Políticas y director del Proyecto de Política de la Universidad de Texas.
Henson sostuvo que en Texas, la única emergencia política es el presupuesto.
Los demócratas insisten en que la agenda de Perry busca atraer las simpatías conservadoras, mientras que los republicanos que dominan ambas cámaras de la legislatura estatal evalúan aprobar la iniciativa para restringir el aborto y la propuesta de identificación de votantes.
El gobernador está consciente de que el año pasado, su imagen sufrió un deterioro ante los conservadores, al no apoyar la ley antiinmigrante SB 1070 aprobada en Arizona.
Por ello, ahora se propone a revertir ese menoscabo, elevando la apuesta en el tema de la seguridad fronteriza y la protección a la propiedad privada ante un posible caso de expropiación pública, y agudizando la crítica a la administración del presidente Barack Obama.
El pasado viernes, en una reunión de conservadores republicanos en Washington, Perry dijo que el gobierno federal se ha convertido en un intruso y arrogante “monstruo”.
“Nos llaman reaccionarios o que no tenemos compasión, ¿estás de acuerdo con ellos de que la única respuesta a nuestros desafíos es más impuestos, más endeudamiento, más gasto, más control central?”, interrogó Perry a una multitud, que respondió “no”.
En esa reunión de la Conferencia de Acción Política, Perry se unió a un desfile de republicanos de renombre y de aspirantes a la presidencia como Mitt Romney, Ron Paul, Newt Gingrich y Donald Trump.
El gobernador de Texas insistió ahí que no está interesado en un puesto más alto, aunque sus acciones y su discurso digan lo contrario.