Washington, D.C. / Nov. 11
Impecable en el protocolo pero con el entusiasmo apagado, el presidente George W. Bush salió este lunes diez minutos antes de las dos de la tarde en compañía de su esposa Laura para contemplar con rostro congelado el arribo de la caravana que avanzaba en cámara lenta y se detenía a los pies del pórtico sur de la Casa Blanca para marcar el principio del fin de su mandato.
“¡Bienvenidos!…¡Gusto en verlos!”, se apresuró a soltar una comedida Laura Bush a Barack Obama y a su esposa Michelle cuando éstos descendían de la limousina que se deslizó en una tarde de sol y ambiente otoñal por la rotonda elíptica que culmina bajo las columnas de la fachada sur, mientras cientos de personas se apretujaban contra la verja que encorseta los jardines de la Casa Blanca para atestiguar el ritual que ha marcado formalmente el histórico traspaso de poderes y la entronización de la era Obama.
Tras la fotografía tradicional, en la que sólo Laura Bush quiso acompañar con su sonrisa protocolaria los rostros felices de Barack y Michelle Obama, el grupo encabezado por George W. Bush se perdía por el pórtico. Sólo unos minutos después, la imagen de un Obama radiante y conversador volvía a emerger acompañada por la silueta de un circunspecto George W. Bush, mientras ambos saludaban a la prensa y se perdían por el pasillo principal que desemboca en la oficina oval donde permanecieron solos y sin testigos durante casi dos horas.
Así, mientras Bush y Obama pasaban revista a una nutrida agenda de asuntos y preocupaciones que hoy gravitan sobre un histórico proceso de transferencia de poderes, Michelle Obama y Laura Bush tomaban té y pastas mientras recorrían la zona residencial de la Casa Blanca, rodeadas por el hormigueo de un personal que se abría a su paso, entre los recovecos de una histórica residencia que dentro de muy poco será el hogar de los Obama.
La escena, en un día dominado por el sol y el verdor de unos jardines que poco a poco han mudado de colores para pasar del verde intenso al dorado otoñal, era registrada por un ejército de curiosos y periodistas.
Desde un ángulo más discreto, a través de los pasillos laterales que conducen al ala oeste de la oficina presidencial, la imagen de John Podesta, el responsable del equipo de transición de Obama se encontraba con Joshua Bolton, el jefe de gabinete de la administración Bush para poner en orden la agenda de una transición que culminará el próximo 20 de enero.
A pesar de que la Casa Blanca caracterizó la reunión de más de dos horas como “un encuentro privado”, se sabe que en las conversaciones Bush y Obama discutieron sobre la crisis económica mundial, la guerra en Irak y Afganistán y otros retos que el presidente republicano le dejará como herencia a su sucesor.
“Ha sido un encuentro productivo y amistoso”, se limitó a señalar Stephanie Cutter, la portavoz de Barack Obama, mientras el matrimonio de los Obama se despedía y se trasladaba en tiempo record (no más de 10 minutos cuando un recorrido normal es de 30) hasta el aeropuerto para regresar a sus cuarteles generales en Chicago.
De acuerdo con una fuente de NBCNews, citada por la página de internet The Huffington Post, Obama dijo a Bush que se necesita actuar pronto sobre el paquete de estímulo económico y no esperar hasta después de la inauguración de la nueva administración.
Obama también urgió al mandatario saliente a ayudar al sector estadounidense del automóvil y lo conminó a acelerar el desembolso de 25 mil millones de dólares para el efecto.
The Huffington Post recordó que Obama cuenta en su libro “La audacia de la esperanza” que en su encuentro con Bush en la Casa Blanca en una helada mañana de enero de 2005, el presidente le dijo que tenía “un futuro brillante”, pero le advirtió, con base en su experiencia —“he estado en esta ciudad algún tiempo y puede ser duro”—, que “cuando se consigue mucha atención, como la que usted tiene ahora… cualquiera está esperando ver que uno tenga un resbalón”.
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